Editorial Espuela De Plata
Colección Colección Narrativa, Número 41
Lugar de edición
Valencina de la Concepcion, España
Fecha de edición febrero 2014 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788415177968
336 páginas
Libro
Dimensiones 150 mm x 210 mm
Camba es un moderno de veras. Contemplada en su conjunto, su obra está hecha de fragmentos, de trozos de espejo, de pecios, de apuntes de diario o apuntes del natural, de pequeños cuentos que parecen capítulos desgajados de un texto mayor e invisible. Su herramienta principal -la ironía- le sirve para ofrecernos una imagen paradójica del mundo moderno, en el que no se siente ni a gusto ni a disgusto, sino más bien encogido de hombros, aunque de vez en cuando se pone estupendo, es decir, categórico, y escribe cosas como Toda la civilización no es más que una lucha desesperada del hombre para no tener que trabajar . (Del prólogo de Juan Bonilla)
Camba fue un articulista de pulso vibrante, ocurrente como pocos, divertido como poquísimos, melancólico como buen gallego. ... Sus artículos son en realidad pompas de jabón: Camba no intentaba adoctrinar ni dilucidar incógnitas sociológicas pasadas o presentes, sino juguetear -igual que un gato juega con un ovillo de lana- con la realidad, reducirla a un chascarrillo ameno, con la atención puesta en el detalle y no en la panorámica. Practicó con maestría indolente el arte de la reducción al absurdo, que suele ser la consecuencia de un procedimiento lógico. ... Por lo demás, su prosa -tan tersa, tan naturalmente concisa- presenta la virtud de la diafanidad, de la difícil transparencia: nunca se le embrolla, jamás se le desdibuja. (Del prólogo de Felipe Benítez Reyes)
Julio Camba (Vilanova de Arousa, 1884-Madrid, 1962), es sin discusión uno de los cronistas más populares que ha habido en nuestro país, exponente de un estilo conciso cargado de agudas e irónicas observaciones. Tras unos inicios periodísticos en diversas publicaciones ácratas como El Rebelde, de la que fue su fundador y director, su paso en 1907 por el diario republicano España Nueva, encargado de efectuar la crónica parlamentaria, y su ingreso a continuación en El Mundo al frente de la sección Palabras de un mundano y después como corresponsal en París, lo catapultarían a la fama y le abrirían las puertas de las principales cabeceras de la época, colaborando en ABC y El Sol. De sus estancias en el extranjero surgirían algunos de sus más afamados libros, como La rana viajera (1920) o La ciudad automática (1932). Premio Mariano de Cavia en 1951, Camba publicó también otros volúmenes al margen de su actividad periodística: La casa de Lúculo (1929) y Haciendo de República (1934).
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