Editorial Editorial Anagrama S.A.
Colección Narrativas hispánicas, Número 0
Lugar de edición
Barcelona, España
Fecha de edición diciembre 2009 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788433972040
160 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 140 mm x 220 mm
Cuando la vieja imprenta local en la que Felipe Díaz Carrión llevaba media vida quebró, él se quedó sin trabajo y sin posibilidades de conseguirlo.
Era la época en que se emigraba a las industriosas poblaciones del norte.
Su hijo tenía nueve años, y no había día en que Asun, su mujer, no le pidiera a Felipe que se marcharan.
Así que cerraron la casa y se fueron al norte.
Felipe trabajó pri-mero en la construcción, y después en una fábrica de productos químicos.
Tuvieron otro hijo, se compraron otra casa, y pasó el tiempo, y la vida los cambió.
Porque algunos de los miembros de la familia el hijo mayor y Asun, que quizá no soportaban ser para siempre los otros, los charnegos no pudieron sino sucumbir a las obsesiones de identidad y afirmación.
Y éstas son algu-nas de las líneas del mapa del territorio de esta hermosí-sima novela contemporánea y ferozmente sabia, donde se anudan pasado y presente en la historia de tres gene-raciones.
Una novela que nos habla de las persuasiones de la vileza moral como proyecto político y que pone el dedo en una de las llagas de nuestro pasado reciente.
Una meditación, también, sobre las palabras y los sentidos que con ellas atribuimos o arrebatamos a las cosas.
La novela es una crónica de cosas atroces que suceden todavía en nuestro país el terrorismo y las complicidades que lo alimentan y también una fábula de intensidad primitiva, la del hombre que vuelve al cabo de mucho tiempo a los lugares de su infancia y la del padre que ve crecer a su hijo y convertirse en un extraño y en un enemigo y descubre que el monstruo más temible es el que ha engendrado uno mismo...
La novela corta, como el poema y el relato, como una obra musical, obtiene su efecto de la unidad de lectura...
En ninguna otra forma narrativa es más poderosa la maestría.
Termino Ojos que no ven en un cierto estado de sonambulismo y regreso a la primera página para fijarme con más cuidado en su meticulosa construcción.
Me acuerdo siempre de Cyril Connolly: l
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