Este mismo hombre que, como artista, había alcanzado los más altos niveles desde la mas tierna edad, siempre siguió siendo niño en todos los otros asuntos de la vida. Jamás supo gobernarse a sí mismo. El orden en el hogar, el uso conveniente del dinero, la templanza y la elección razonable de los juicios, nunca fueron virtudes que lo asistieran. El placer inmediato siempre se apoderaba de él.
Pero ese mismo hombre, siempre distraído, jugando y divirtiéndose, parecía convertirse en un ser superior en cuanto se sentaba al piano. Entonces su alma se elevaba y toda su atención podía dirigirse hacia la única cosa por la que había nacido: la armonía de los sonidos
Henri Beyle, Stendhal (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.
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