Editorial Nocturna
Fecha de edición diciembre 2011
Idioma español
EAN 9788493920043
125 páginas
Libro
Dimensiones 150 mm x 210 mm
Una mañana, Simon espera a su amante en la estación de ferrocarril de Brévenay, aunque ella, Irmgard, le ha advertido de que puede que no llegue al mediodía. En efecto, cuando aparece el tren, ella no está allí. Para matar el tiempo, Simon decide recorrer la costa bretona en coche mientras aguarda la llegada del siguiente tren.
Con referencias a la leyenda de Tristán e Isolda, La península constituye uno de los textos fundamentales de Gracq sobre la espera, además de un viaje cargado de simbolismo por los paisajes de Bretaña.
A Gracq no le dieron el Premio Nobel porque lo hubiera rechazado . El País. Gracq es uno de los escritores más estimulantes, originales e imaginativos de la literatura francesa contemporánea . The New York Times Book Review. Los textos de Gracq brillan en la penumbra literaria como esos hermosos buques fantasmas que evocaba Claude Roy. La lectura de Gracq es una experiencia incomparable . Libération. Como Novalis, de quien se sentía muy próximo, Gracq concebía una realidad más vasta, aunque sin fisuras, y abierta a todos los horizontes . Le Monde. Nada le importaban los oropeles porque brillaba siendo única y exclusivamente lo que era: Julien Gracq, escritor francés . Le Figaro. Julien Gracq desarrolló a lo largo de toda su obra una novelística del hábito, de los paisajes y excursiones interiores y exteriores . Mathieu Lindon. Julien Gracq no es tan sólo el mejor paisajista de nuestra literatura -más preciso que Chateaubriand, más musical que Stendhal, más sensual que Proust-, es también uno de los escritores contemporáneos que transmite con más intensidad a sus lectores la energía, la viveza (...), es decir, lo que él mismo denominaba la melodía de la vida . Télérama
Julien Gracq, seudónimo literario de Louis Poirier, fue un escritor francés que ejerció de profesor de secundaria de historia y geografía en diversos institutos de provincias. Su amistad con André Breton lo acercó durante un tiempo a los surrealistas. Entre sus obras más reconocidas se encuentran "Leyendo escribiendo" y "El mar de las Sirtes", que ganó el Premio Goncourt en 1951, aunque, coherente con su postura crítica con los premios literarios, lo rechazó. Gracq pensaba que el escritor no debe eclipsar a la obra, por lo que concedió muy pocas entrevistas a los medios y fue uno de los autores más discretos de su generación.
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