No. No es sólo culpa de la decadencia del barrio desde que el jefe del hampa, un ex legionario apodado el Gandhi, está de capa caída y ya no puede controlar a moros, negros y ediles atrapados por el ansia de la especulación inmobiliaria. No.
Esa sensación de no vivir ya en una fiesta interminable, callejeando sin rumbo junto al Topo y el Tostao para recalar en el bar de la Chata y allí cantar a ritmo de rumba y rasgueo de guitarra, corno hizo el Guacho, cuya voz todo el mundo recuerda; esa sensación, digo, dice el Palito, la voz de esta tragedia, tiene una sola causa: la venganza que al Nen, Hamlet de arrabal, le corroe el alma y la garganta.
Escrita en 1990, El triunfo nos habla de la Barcelona preolímpica a través de sus personajes marginales, manguis de arrabal sumergidos en la tragedia de la decadencia, cuyas potentes voces resuenan en la mente del lector mucho después de haber cerrado el libro.
x{0026}lt;p (Barcelona, 1963-2008) es autor de las novelas El triunfo (Premio Tigre Juan 1991; editada por Versal y recuperada por Anagrama), Qué- date (1993), Un enano español se suicida en Las Ve- gas (Anagrama, 1997), El secreto de las fiestas (1997), El día del Watusi (2002-2003, y recuperada por Anagrama en 2016) y Lo que sé de los vampiros (Premio Nadal 2008). Sus ensayos y colaboraciones en prensa fueron recopilados en el volumen Elevación, elegancia y entusiasmo (2009). Su obra ha merecido los mayores elogios: Un lujo de nuestras letras (José María Pozuelo Yvancos, ABC); Uno de los grandes narradores en nuestro país (Ricardo Senabre, El Mundo), y ha sido traducida al inglés, francés, alemán, italiano y holandés.x{0026}lt;/p
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