Editorial Valdemar
Fecha de edición noviembre 2006
Idioma español
EAN 9788477025566
305 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 120 mm x 190 mm
Emilio Carrere (1881-1947), el autor español más popular de la primera mitad del siglo pasado, fue poeta modernista, autor de un buen puñado de relatos de misterio, horror y aventuras, entre los que sobresale La torre de los siete jorobados, y uno de los más destacados cronistas de la bohemia madrileña de anteguerra. A esta tercera dedicación, quizá la más querida en el fondo por sus admiradores, pertenece El reino de la calderilla.
Sociólogo de la media tostada , antropólogo de campo, café, copa y puro, Carrere vivió desde dentro ese universo descentrado y anárquico, poético y miserable, artístico y casi criminal que fue la bohemia madrileña atrapada entre las dos grandes generaciones literarias de nuestra modernidad (la del 98 y la del 27). Carrere fue un ácido testigo de las glorias y también de las profundas miserias de la noche madrileña de su tiempo. Sus relatos bohemios, llenos de humor, caen a menudo en el cinismo y la ironía al retratar ese reino de pacotilla cuya turbia geografía recorre el Madrid de los Austrias, Chamberí o las orillas del Manzanares, poblados de prostitutas, chulos y estafadores que conviven hermanados con anarquistas, poetas visionarios, teósofos y reformadores sociales, un reino donde el alcoholismo, el sablismo y el descarado arte de la pirueta constituían el pan nuestro de cada noche.
El ingenioso Carrère perteneció a aquella generación perdida de La Novela corta , aquélla de López de Haro, de Tomás Borrás o de Hoyos y Vinent, de cuyas famosas tertulias del té, allá por 1905, fue un asiduo (también, en aquella casa de la calle Marqués de Riscal, coincidiría con la Pardo Bazán, con Manuel Machado y con Villaespesa). En definitiva, una generación de tranvías, de toreros y teatros, de medias tostadas, de cupletistas y de tertulias con veladores y de reservados de peluche rojo donde regalar a las queridas. Todo un submundo que él puso a disposición de sus lectores, quienes de inmediato se reconocieron en su tiempo y pasaron a ser sus protagonistas. Soguillas, bigardos, sablistas, rameras, hampones, pícaros y comadres forman parte del tugurio poético y novelesco de la producción carreriana, tan en consonancia con aquel teatro español del XVII con atrezzos del XIX.
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