El odio es el fruto del seminario sobre antropología de la conducta celebrado en la Universidad de Cádiz (San Roque, 1997) y dedicado a uno de los sentimientos, o mejor dicho pasiones, que, nos guste o no, mejor definen al ser humano. Como es habitual en estos encuentros, siempre coordinados y dirigidos por el psiquiatra Carlos Castilla del Pino, los autores aquí reunidos proceden de las más diversas disciplinas teóricas: la filosofía, la psicología, la filología griega o la antropología.
Señala Castilla del Pino que amor y odio son las dos caras de una misma pasión que nos vinculan íntimamente con un objeto, ya sea para apropiárnoslo o para destruirlo. Pero ¿por qué se odia?, ¿cómo es posible que a veces el odio no se disuelva ni siquiera con la muerte del ser odiado? La respuesta del psicólogo explica cómo nuestra organización sentimental confiere orden a la realidad externa y sirve para que nos adaptemos a ella. Por su parte, Carmen Gallano, desde la perspectiva de la clínica psicoanalítica, habla de deseo y lenguaje; Túa Blesa explica el odio a la luz de varios ejemplos tomados de la literatura universal; Ignacio Echevarría investiga la relación entre el odio y algunas figuras de pensamiento de la estética contemporánea; Carlos Gómez analiza las respuestas de la ética; Teresa del Valle estudia la producción cultural de relatos en torno al origen del odio y, por último, Carlos García Gual escribe una iluminadora glosa a algunos textos de autores grecolatinos relacionados con esta pasión.
En los años finales del franquismo y los primeros de la transición, los libros del psiquiatra andaluz Carlos Castilla de Pino (La culpa; Psicoanálisis y marxismo; La incomunicación; Cuatro ensayos sobre la mujer; Sexualidad y represión), fueron leídos masivamente por los jóvenes progresistas españoles. Catedrático extraordinario de Psiquiatría Dinámica y Social y Académico de la Lengua, Castilla del Pino fue tan humanista como científico. Sin embargo, muchos aún le recuerdan como x{0026} x0201C;El psiquiatra rojox{0026} x0201D;, apodo que se ganó durante el franquismo por su defensa de la democracia y por sus contribuciones para humanizar el tratamiento de los enfermos mentales. Fue autor de numerosos ensayos e investigaciones relacionados con la neuropsiquiatría, dos novelas x{0026} x02014;Discurso de Onofre (1977), Una alacena tapiada. (1991)x{0026} x02014; y sus memorias, cuya primera parte, Pretérito Imperfecto, fue galardonada con el Premio Comillas en 1996 y tuvo su continuación con Casa del olivo. Autobiografía (1949-2003), publicada en 2004. Firmó, además, colaboraciones habituales en el diario El País. Hijo Predilecto de Andalucía (1985) y de Cádiz (2002) le fueron reconocidas numerosas distinciones, como el Premio María Zambrano (2000), la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2002), o la Medalla de Oro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (2002).
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