Babia desaparece y a nadie le importa. Babia no sale en los mapas, porque a Babia no se va por un camino, se va con los ojos: mirando las gotas de lluvia en el cristal o siguiendo el vuelo de una mota de polvo, fijándose en las llamas de la hoguera o repasando el contorno de las nubes. Lo bueno de Babia es que se puede ir quedándote donde estás. Hoy se les pide a los niños atención, concentración, y ¿Dónde está Babia? Reivindica el derecho a distraerse y a ensimismarse.
Nace en Madrid, donde vive y trabaja. Es licenciada en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid. Su trayectoria profesional alterna la escritura con las artes plásticas. En la actualidad imparte talleres de creatividad para distintas instituciones y centros educativos privados y públicos. Su trayectoria profesional alterna las artes plásticas con la escritura. El eje central de sus libros es la imaginación con la que intenta comprender nuestro lugar en el mundo. Le encanta escribir literatura infantil porque le fascina la curiosidad y la capacidad creativa de los niños. Comenzó a publicar en el 2010 y cuenta con numerosos títulos. Sus relatos forman parte de varias antologías. Algunos de sus libros han sido traducidos al turco, al coreano y al chino.
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