La faceta de dibujante de Kafka y su temprana vocación por el dibujo surgió, según cuenta el editor de la edición original, Niels Bokhove, al contemplar en el escaparate de una tienda dos cuadros que le dejaron una fuerte impronta.
Éste nos señala un significativo ejemplo de la función de las artes plásticas en la prosa de Kafka, la figura del pintor Titorelli en El proceso, en quien proyectaba su ideal de convertirse en un escritor reconocido.
Pese a que por lo general se relacionan con su universo literario, muchos de los cuarenta dibujos que se presentan en esta original edición son bocetos de sus días de estudiante, acompañados por un fragmento de texto específico del autor.
El proceso de asignar los pasajes de la obra de Kafka a cada uno de los dibujos, recopilados por Max Brod, distingue dos tipos de fragmento: por un lado están los que acompañaban originalmente a los dibujos, y de otra parte aquéllos que han sido escogidos de la obra completa de Kafka y que intensifican el dibujo y a la inversa.
Tan inclasificables como su literatura, estos dibujos conducen a la misma discusión acerca de si cabe o no considerar a Kafka expresionista.
Ante esto, preferimos quedarnos con la cita de Brod: Puedo deciros el nombre de un gran artista, Franz Kafka .
Franz Kafka nació en Praga en 1883, en el seno de una familia judía de lengua alemana. Estudió Derecho y trabajó gran parte de su vida en una compañía de seguros, oficio que alternó con una escritura nocturna, febril y secreta. Enfermo de tuberculosis, murió a los cuarenta años sin ver publicados la mayoría de sus manuscritos. Su amigo y albacea Max Brod desoyó la petición de destruirlos y los dio a conocer al mundo. Narrador de lo absurdo, lo inacabado y lo opresivo, Kafka creó una obra única que retrata con lucidez la angustia, el poder y la incomunicación. La metamorfosis, El proceso y El castillo figuran entre las cumbres de la literatura del siglo xx. Como él mismo escribió: Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros .
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