Editorial Athenaica Ediciones Universitarias
Fecha de edición febrero 2022 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788418239533
264 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 160 mm x 240 mm
El texto que JRJ tituló Diario íntimo, a imitación de Amiel, es el único diario al uso que escribió, aunque más tarde el epígrafe diario aparezca con frecuencia en su obra para referir textos líricos en prosa y verso publicados según su cronología de redacción.
En sus páginas se recogen las vivencias y reflexiones del poeta en Madrid entre el 28 de octubre y el 27 de noviembre de 1903.
Es este uno de los más importantes años de su juventud: funda la revista Helios, publica Arias tristes y se convierte en el más reconocido de los modernistas españoles.
Tras abandonar el Sanatorio del Rosario, donde convalecía de una pertinaz neurastenia, convivirá con el psiquiatra Luis Simarro y su discípulo Nicolás Achúcarro en la casa particular del primero.
Mientras escribe este diario se mueve en los ambientes de la Institución Libre de Enseñanza, prepara los números 8 y 9 de Helios y visita a artistas, escritores e intelectuales de la época.
Mantiene correspondencia regular con Rubén Darío; retrata la atmósfera que se respiraba en casa de los Martínez Sierra, por entonces sus más cercanos amigos; alude con frecuencia a sus amoríos de juventud, entre ellos los tan polémicos mantenidos con algunas de las monjas del Sanatorio del Rosario, y anota personalísimas reflexiones sobre su estado anímico o la llamada vida literaria de la capital.
Al cuidado de Soledad González Ródenas, la presente edición incorpora notas e ilustraciones, ofrece en apéndice una selección de textos relacionados con el Diario y reproduce los facsímiles de las 61 páginas manuscritas del original.
Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 x{0026} x02013; San Juan, Puerto Rico, 1958) fue el mayor poeta español de su tiempo, premio Nobel de Literatura. salió de España en 1936 con pasaporte diplomático, tras ser nombrado agregado cultural honorario de la República por Manuel Azaña. Comenzaba así un definitivo exilio que supuso una absoluta convulsión en su actitud y en su escritura. El príncipe de los poetas puros , que ya en 1935 había empezado a publicar lo que pensaba que sería su Obra completa, se verá convertido en conferenciante y fiel defensor del gobierno legítimo de España desde una atalaya en la que ondeaba la bandera de la libertad de pensamiento y la expresión desasida de cualquier servidumbre ideológica. Al tiempo que su poesía evolucionaba hacia un panenteísmo redentor en libros como La estación total con las Canciones de la nueva luz, En el otro costado, Una colina meridiana, Dios deseado y deseante o De ríos que se van, sus prosas críticas ahondarán en la función social del arte en tiempos de crisis y en la necesidad de espiritualizar x{0026} x02014;humanizarx{0026} x02014; el avasallador progreso tecnológico del siglo XX. Su ética-estética quedará plasmada en cientos de documentos que no llegó a publicar, entre los cuales se encuentran aquellos que componen Ideolojía, Política poética y Guerra en España, su mayor testamento en este sentido.
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