Contra el viento del norte/Cada siete olas (pack)

Contra el viento del norte/Cada siete olas (pack)

Glattauer, Daniel

Editorial Alfaguara
Fecha de edición marzo 2011

Idioma español

EAN 8431300137332
Libro


valoración
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P.V.P.  29,00 €

Sin ejemplares (se puede encargar)

Resumen del libro

Edición especial.
Un fenómeno editorial que ha conquistado a más de 2.000.000 de lectores
La inusual historia de amor en que dos personas que jamás se han visto se enamoran perdidamente
Contra el viento del norte
En la vida diaria ¿hay lugar más seguro para los deseos secretos que el mundo virtual? Leo Leike recibe mensajes por error de una desconocida llamada Emmi. Como es educado, le contesta y como él la atrae, ella escribe de nuevo. Así, poco a poco, se entabla un diálogo en el que no hay marcha atrás. Parece solo una cuestión de tiempo que se conozcan en persona, pero la idea los altera tan profundamente que prefieren posponer el encuentro. ¿Sobrevivirían las emociones enviadas, recibidas y guardadas un encuentro real ?
Cada siete olas
1) ¿Ya conoces a Emmi Rothner y a Leo Leike? Entonces es que has leído Contra el viento del norte, la inusual historia de amor en que dos personas que jamás se han visto se enamoran perdidamente por e-mail.
2) ¿Opinas que los enamorados se merecían verse personalmente, aunque fuera sólo una vez? Comienza a leer Cada siete olas.
3) ¿Te dispones a abrir este libro sin conocer Contra el viento del norte? Aquí tienes el equipaje necesario: Leo Leike vuelve de Boston tras poco menos de un año. En casa lo esperan noticias de Emmi Rothner. Ambos se dan cuenta de que sus sentimientos no han cambiado y piensan que quizá deberían verse una vez en persona. Pero Leo ha empezado una relación y Emmi sigue casada
Daniel Glattauer vuelve a cautivar a los lectores y a la crítica internacional con su peculiar mirada sobre las relaciones amorosas en nuestro tiempo. Emmi y Leo nos enseñan que, después de que seis olas rompan en la orilla llega la séptima, y ésa trae siempre muchas sorpresas.
CAPÍTULO 1
15 de enero
Asunto: Baja
Querría anular mi suscripción. ¿Es posible hacerlo por esta vía?
Un cordial saludo,
E. Rothner
18 días después
Asunto: Baja
Quiero anular mi suscripción. ¿Es posible por correo electrónico? Les ruego me envíen una breve respuesta.
Un cordial saludo,
E. Rothner
33 días después
Asunto: Baja
Distinguidos señores de la editorial Like:
Si la finalidad de su insistencia en pasar por alto mis intentos de retirar una suscripción es vender más números de su producto, cuya calidad no cesa por desgracia de bajar, lamento comunicarles que no pienso seguir pagando.
Un cordial saludo,
E. Rothner
10
Ocho minutos después
Fw:
Se ha equivocado usted de dirección. Ésta es mi dirección particular: woerter leike.com. Usted quiere escribir a woerter like.com. Es la tercera persona que me pide que le dé de baja de la suscripción. La revista debe de haberse vuelto francamente mala.
Cinco minutos después
Re:
¡Oh, perdón! Y gracias por la aclaración.
Saludos,
E. R.
Nueve meses después
Sin asunto
Feliz Navidad y un próspero año nuevo, les desea Emmi Rothner
Dos minutos después
Fw:
Querida Emmi Rothner:
Aunque casi no nos conozcamos de nada, le agradezco su cordial y sumamente original correo colectivo. Sepa que adoro los correos colectivos dirigidos a una masa de la que no formo parte.
Atte., Leo Leike
18 minutos después
Re:
Perdone que le moleste por escrito, señor Atte. Leike. Se me deslizó usted por error en mi cartera de clientes, cuando hace unos meses quería anular una suscripción y por descuido escribí a su dirección de correo electrónico. La borraré ahora mismo.
P. D.: Si se le ocurre una expresión más original que feliz Navidad y un próspero año nuevo para desearle a alguien feliz Navidad y un próspero año nuevo , le ruego me la comunique.
Hasta entonces: ¡feliz Navidad y un próspero año nuevo!
E. Rothner
Seis minutos después
Fw:
Le deseo unas felices fiestas y me alegro por usted, pues tiene por delante uno de los ochenta mejores años de su vida. Si llega a abonarse a los días malos, no dude en escribirme
por error para que la dé de baja.
Leo Leike
Tres minutos después
Re:
¡Impresionante!
Saludos,
E. R.
38 días después
Asunto: ¡Ni un euro!
Distinguidos señores de la dirección editorial de Like: Me he borrado de su revista tres veces por escrito y dos veces por teléfono (hablé con una tal señora Hahn). Si continúan enviándome ejemplares, consideraré que lo hacen por pura diversión. El impreso para hacerles un giro postal por 186 euros que acaban de remitirme lo conservaré con mucho gusto como recuerdo, para seguir acordándome de Like cuando por fin dejen de mandármela. Eso sí, no esperen que pague un solo euro.
Muy atentamente,
E. Rothner
Dos horas después
Fw:
Querida señora Rothner:
¿Lo hace usted adrede? ¿O se ha abonado a los días malos?
Reciba un cordial saludo,
Leo Leike
15 minutos después
Re:
Querido señor Leike:
Ahora sí que me sabe fatal. Por desgracia, tengo un defecto crónico ei , mejor dicho, e delante de i . Cuan do escribo deprisa y viene una i , se me escurre siempre una e . Lo que sucede es que las yemas de mis dos dedos corazón se hacen la guerra en el teclado. La izquierda siempre quiere ser más rápida que la derecha, pues soy zurda de nacimiento y en el colegio me invirtieron la polaridad. Hasta hoy, la mano izquierda no me lo ha perdonado. Siempre mete una e con la yema del dedo corazón antes de que la derecha pueda poner una
i . Disculpe la molestia, (probablemente) no volverá a ocurrir.
Que tenga una buena tarde,
E. Rothner
13
Cuatro minutos después
Fw:
Querida señora Rothner:
¿Me permite hacerle una pregunta? Y otra más: ¿cuánto tiempo le ha llevado escribir el mensaje donde explica su defecto ei ?
Reciba un afectuoso saludo,
Leo Leike
Tres minutos después
Re:
Le devuelvo dos preguntas: ¿cuánto tiempo cree usted que me ha llevado? y ¿por qué lo pregunta?
Ocho minutos después
Fw:
Calculo que no le habrá llevado más de veinte segundos. En tal caso, la felicito: en ese tiempo tan breve le ha salido un mensaje perfecto. Me ha hecho sonreír. Y eso es algo que probablemente ya nada ni nadie consiga esta tarde. Respecto a su segunda pregunta acerca de por qué lo pregunto: en este momento me dedico profesionalmente al lenguaje del correo electrónico. Y volviendo a mi pregunta: no más de veinte segundos. ¿He acertado?
Tres minutos después
Re:
¡Vaya! ¿Así que se dedica profesionalmente a los mensajes de correo electrónico? Muy interesante, aunque ahora me siento un conejillo de Indias. Da igual. Dígame, ¿tiene usted una página web? Si no la tiene, ¿quiere una? Si la tiene, ¿quiere mejorarla? Es que me dedico a diseñar páginas web. (Hasta ahora he tardado exactamente diez segundos, lo he cronometrado, pero era una conversación de trabajo, y eso se hace en un pispás.)
Respecto a mi banal mensaje del defecto e delante de i , lamento decirle que se ha equivocado usted del todo. Seguramente me habrá robado unos tres minutos largos de mi vida. En fin, ¿quién sabe para qué habrá servido? Ahora bien, me interesaría saber otra cosa: ¿por qué supone que me ha llevado apenas veinte segundos escribir mi mensaje del defecto e delante de i ? Y antes de dejarlo en paz definitivamente (a no ser que los de Like me envíen otro impreso para giro postal), me gustaría saber algo más. Usted ha escrito antes: ¿Me permite hacerle una pregunta? Y otra más: ¿cuánto tiempo...? , etc. Quisiera añadir dos preguntas. Primera: ¿cuánto tiempo le ha llevado el chiste? Segunda: ¿es ése su sentido del humor?
Una hora y media después
Fw:
Querida y desconocida señora Rothner:
Le responderé mañana. Ahora voy a apagar el ordenador.
Buenas tardes o buenas noches, según.
Leo Leike
Cuatro días después
Asunto: Preguntas pendientes
Querida señora Rothner:
Disculpe que no le haya escrito antes, de momento estoy un poco liado. Usted quería saber por qué supuse erróneamente que no le había llevado más de veinte segundos explicar su defecto ei . Pues bien, sus mensajes se leen como si cayeran a borbotones , si me permite la expresión. Juraría que es usted una persona que escribe y habla deprisa, una mujer vivaz para quien los días nunca transcurren con bastante rapidez. Cuando leo sus mensajes, no distingo ninguna pausa. Por el tono y el ritmo, me parecen dinámicos, vertiginosos, enérgicos, ágiles, incluso un poco agitados. Nadie que tenga la tensión baja escribe como usted. Me parece que sus ideas espontáneas fluyen libremente en sus correos. Y se destaca usted por la seguridad con que escribe, por su hábil y muy sutil manejo de las palabras. Ahora bien, si dice que le llevó más de tres minutos escribir su mensaje ei , debo de haberme formado una idea equivocada de usted.
Por desgracia, me preguntaba usted por mi sentido del humor. Ése es un capítulo triste. Para poder tener sentido del humor es necesario reconocer como mínimo una chispa de gracia en uno mismo. Y, a decir verdad, de momento no reconozco ninguna, no tengo absolutamente nada de gracia. Si paso revista a los últimos días y las últimas semanas, se me quita la risa. Pero ésa es mi historia personal y no viene a cuento. En todo caso, gracias por su estilo refrescante. Ha sido muy agradable conversar con usted. Creo que mal que bien todas las preguntas han sido respondidas. Si por casualidad vuelve usted a perderse por mi dirección, me alegraré. Eso sí, por favor: anule de una vez la suscripción a Like, que ese asunto ya me está sacando de quicio. ¿O quiere que lo haga yo?
Un saludo afectuoso,
Leo Leike
40 minutos después
Fw:
Querido señor Leike:
Quiero confesarle algo: la verdad es que mi mensaje e delante de i no me llevó más de veinte segundos. Sólo me enfadó que usted pensara que escribo mensajes deprisa y corriendo. Tiene razón, pero no tiene derecho a saberlo de antemano. Pues nada: aunque (de momento) no tenga usted sentido del humor, de mensajes parece que entiende mucho. Me impresiona cómo me ha descubierto el juego. ¿Es usted profesor de filología?
Saludos cordiales,
Emmi Rothner, la Vivaracha
18 días después
Asunto: ¡Hola!
Hola, señor Leike:
Sólo quería decirle que los de Like han dejado de enviarme revistas. ¿Intervino usted? Por cierto, podría escribir de vez en cuando. Sigo sin saber, por ejemplo, si es usted profesor. Al menos, Google no lo aclara o sabe ocultarlo bien. Qué, ¿mejora su sentido del humor? Después de todo, ahora, en carnaval, casi no tiene usted competidores.
Un saludo,
Emmi Rothner
Dos horas después
Fw:
Querida señora Rothner:
Qué bien que me haya escrito, ya la echaba de menos. He estado a punto de suscribirme a Like. (¡Cuidado, humor incipiente!) ¿Y de verdad me ha buscado usted en Google? Eso me resulta sumamente halagador. Pero que piense que puedo ser un profesor , sinceramente, ya no me gusta tanto. Me considera un vejete, ¿no? Tieso, pedante, sabiondo. Bueno, no me desesperaré por demostrarle lo contrario, sería desagradable. Es probable que de momento esté escribiendo como si fuese mayor de lo que soy. Y sospecho que usted escribe como si fuera más joven de lo que es. Por cierto, soy asesor de comunicación y ayudante de psicología del lenguaje en la universidad. Estamos trabajando en un estudio sobre la influencia del correo electrónico en nuestra conducta lingüística y esta parte es mucho más interesante sobre el correo electrónico como vehículo de emociones. Por eso tengo cierta tendencia a hablar de asuntos profesionales, pero de ahora en adelante trataré de contenerme, se lo prometo. Espero que resista bien las fiestas de carnaval. Por lo que me figuro de usted, seguramente habrá comprado montones
de caretas y matasuegras. :-)
Un cariñoso saludo,
Leo Leike
22 minutos después
Re:
Querido psicólogo del lenguaje:
Ahora lo pondré a prueba yo a usted: ¿cuál de las frases que acaba de enviarme cree que me ha parecido la más interesante, hasta el punto de que ahora mismo le haría una pregunta al respecto (si antes no lo hubiese puesto a prueba)? Y aquí va otro buen consejo en relación a su humor: su frase He estado a punto de suscribirme a Like me pareció un motivo para alentar esperanzas. Pero, por desgracia, con su comentario (¡Cuidado, humor incipiente!) lo ha echado todo a perder. ¡Haberlo omitido! Lo de las caretas y los matasuegras también me ha parecido gracioso. Por lo visto tenemos el mismo tipo de no humor. Y no tema: seré capaz de reconocer su ironía, ¡prescinda de los emoticonos!
Me resulta muy agradable charlar con usted.
Saludos cariñosos,
Emmi Rothner
18
Diez minutos después
Fw:
Querida Emmi Rothner:
Gracias por sus consejos sobre el humor. Acabará por hacer de mí un hombre divertido. Le agradezco especialmente la prueba, que me da la oportunidad de demostrarle que (aún) no soy el típico viejo profesor autoritario . De serlo, supondría que para usted la frase más interesante debió de ser Estamos trabajando en un estudio (...) sobre el correo electrónico como vehículo de emociones . Pero estoy seguro de que la que más le ha interesado es: Y tengo una sospecha: usted escribe como si fuese más joven de lo que es . Forzosamente se habrá preguntado entonces: ¿qué le hará pensar eso? Y luego: ¿cuántos años creerá que tengo? ¿Estoy en lo cierto? Ocho minutos después
Re:
Leo Leike:
¡¡¡Es usted un diablo de hombre!!! En fin, vaya pensando en buenos argumentos para explicarme por qué debo de ser mayor de lo que parece por lo que escribo. O para ser más precisos: ¿qué edad debería de tener por cómo escribo?, ¿qué edad tengo?, ¿por qué? Una vez que haya resuelto estos ejercicios, adivine qué número calzo. Me divierto mucho con usted.
Un cariñoso saludo,
Emmi
45 minutos después
Fw:
Escribe usted como si tuviese 30. Pero ronda los 40, digamos...
42. ¿Que qué me lo hace pensar? Pues que una treintañera no suele leer Like. La edad promedio de una suscriptora de Like es de unos 50 años. Pero usted es más
joven, porque se dedica a diseñar páginas web, así que bien podría tener 30, o incluso bastante menos. Sin embargo, ninguna mujer de menos de 30 envía un correo colectivo a sus clientes para desearles feliz Navidad y un próspero año nuevo . Por último: se llama usted Emmi, o sea, Emma. Conozco a tres Emmas, y todas tienen más de 40. Una mujer de 30 años no se llama Emma. También se llaman Emma las que tienen menos de 20, pero usted no tiene menos de 20. De lo contrario, emplearía palabras como mola , súper , guay , chachi , fuerte y cosas por el estilo. Además, no pondría mayúsculas ni escribiría frases completas. Y, sobre todo, tendría cosas mejores que hacer: no andaría conversando con un supuesto profesor sin sentido del humor, ni interesándose por cuántos años de más o de menos le echa. Algo más sobre Emmi : si una mujer se llama Emma y escribe como si fuera más joven (por ejemplo, porque se siente bastante más joven de lo que es) no se hace llamar Emma, sino Emmi. En resumen, querida Emmi Rothner: escribe usted como si tuviera 30, pero tiene 42, ¿no? Calza un 36. Es bajita, menuda y vivaz. Es morena y lleva el pelo corto. Y habla a borbotones, ¿verdad?
Buenas noches,
Leo Leike
Al día siguiente
Asunto: ???
Querida señora Rothner:
¿Se ha ofendido? Verá usted, yo no la conozco de nada. ¿Cómo podría saber qué edad tiene? Quizá tenga veinte años o sesenta. A lo mejor mide 1,90 y pesa 100 kilos. Tal vez calza un 46..., por eso tiene sólo tres pares de zapatos hechos a medida. Y para poder costearse un cuarto par ha tenido que anular su suscripción a Like y seguir la corriente a sus clientes con saludos navideños. Así que no se enfade, por favor. Me resultó divertido hacer cálculos, tengo una vaga imagen de usted e intenté comunicársela con exagerada precisión. No quise ofenderla, de veras.
Saludos afectuosos,
Leo Leike
Dos horas después
Re:
Querido profesor :
Me gusta su humor, pero dista apenas un semitono de la seriedad crónica, por eso suena particularmente estrafalario. Le escribo mañana. Espero con ilusión ese momento.
Emmi
Siete minutos después
Fw:
¡Gracias! Ya puedo dormirme tranquilo.
Leo
Al día siguiente
Asunto: Ofensa
Querido Leo:
Ya no pondré más el Leike . Usted a su vez puede olvidarse de Rothner . Disfruté mucho con sus mensajes de ayer, los he leído varias veces. Quiero hacerle un cumplido. Me fascina que pueda interesarse tanto por una persona que no conoce de nada, que no ha visto nunca y probablemente no vea jamás, y de la que tampoco tiene nada más que esperar, ya que no puede saber si va a corresponderle. Es algo muy insólito en los hombres, y lo aprecio. Quería decirle esto antes que nada. Bien, ahora, respecto a algunos puntos:
1) Tiene una grave psicosis con los correos colectivos y los saludos navideños. ¿Dónde la ha pescado? Por lo visto, le ofende mucho que le digan feliz Navidad y un próspero año nuevo . Está bien, le prometo que nunca jamás volveré a decirlo. Por lo demás, me asombra que pretenda inferir la edad de una persona a partir de la frase feliz Navidad y un próspero año nuevo . Si hubiese dicho feliz Navidad y buen año , ¿habría tenido diez años menos?
2) Lo siento, querido psicólogo del lenguaje, pero que una mujer no pueda tener menos de 20 años porque no dice mola , guay y fuerte me suena un poco de profesor,
y apartado de la realidad. No es que yo me desespere por escribir de modo tal que pueda creer que tengo menos de 20. Aunque nunca se sabe. 3) Dice, pues, que escribo como si tuviera 30. Pero que una mujer de 30 no lee Like. Pues, verá, la suscripción de la revista Like era para mi madre. ¿Qué me dice ahora? ¿Al final resulta que soy más joven de lo que parece por cómo escribo?
4) Con esta pregunta fundamental debo dejarle. Por desgracia tengo un compromiso. (¿Curso de confirmación? ¿Clases de baile? ¿Manicura? ¿Tertulia de señoras? Escoja sin miedo.)
¡Que tenga un buen día, Leo!
Emmi
Tres minutos después
Re:
¡Ah! Hay algo más que quiero decirle, Leo: con el número del calzado no andaba tan errado. Calzo un 37. (Pero no hace falta que me regale zapatos, tengo de todo.)
Tres días después
Asunto: Falta algo
Querido Leo:
Cuando pasan tres días sin que me escriba, siento dos cosas: 1) me extraña mucho, 2) echo en falta algo. Ambas cosas son desagradables. ¡Póngales remedio!
Emmi
Al día siguiente
Asunto: ¡Por fin lo he enviado!
Querida Emmi:
En mi defensa alego que te he escrito a diario, pero no he enviado ninguno de los mensajes, los he borrado todos. Es que he llegado a un punto delicado en nuestro diálogo. Esa tal Emmi que calza un 37 empieza a interesarme más de lo que corresponde al contexto en el que converso con ella. Y cuando esa tal Emmi que calza un 37 afirma de antemano: Es probable que no nos veamos nunca , desde luego tiene toda la razón y comparto su opinión. Me parece muy pero que muy sensato partir de la base de que no se producirá ningún encuentro entre nosotros. Es que no quiero que la conversación que mantenemos aquí descienda al nivel de los escarceos propios de los anuncios de contactos y de las salas de chat.
Bien, ahora enviaré de una vez este mensaje, para que ella, esa tal Emmi que calza un 37, tenga cuando menos algo de mí en el buzón. (Este texto no es fascinante, lo sé, pero es sólo un fragmento de lo que quería escribirte.)
Un saludo cariñoso,
Leo
23 minutos después
Re:
¡Vaya! ¡Conque ese tal Leo, que es psicólogo del lenguaje, no quiere saber qué aspecto tiene esa tal Emmi, que calza un 37! ¡Pues no te creo, Leo! Cualquier hombre quiere saber qué aspecto tiene cualquier mujer con la que habla sin saber qué aspecto tiene. Y quiere saberlo cuanto antes. Así sabrá si quiere seguir hablando o no con ella. ¿O me equivoco?
Un afectuoso saludo,
La tal Emmi del 37
Ocho minutos después
Fw:
Ese mensaje ha sido más hiperventilado que escrito, ¿verdad? No necesito saber qué aspecto tienes si me das semejantes respuestas, Emmi. Ya te imagino. Y para eso ni siquiera hace falta dedicarse a la psicología del lenguaje.
Leo
21 minutos después
Re:
Se equivoca, señor Leo. Lo he escrito con toda calma. Tendrías que verme cuando hiperventilo de verdad. Por lo demás, no eres propenso a contestar a mis preguntas, ¿verdad? (Me pregunto qué aspecto tendrás tú si dices ¿verdad? .) Pero volviendo a tu por fin enviado correo electrónico de esta mañana, nada encaja. He comprobado que: 1) Me escribes mensajes y no los envías. 2) Empiezas a interesarte por mí más de lo que corresponde al contexto de nuestra conversación . ¿Qué significa eso? ¿Acaso el contexto de nuestra conversación no se limita a nuestro mutuo interés por una persona absolutamente desconocida?
3) Te parece muy sensato más aún, te parece muy pero que muy sensato que no nos veamos nunca. ¡Qué envidia me da tu apasionada vuelta a la sensatez! 4) No quieres un escarceo de sala de chat. ¿Entonces qué? ¿De qué hablamos para que no empieces a interesarte por mí más de lo que corresponde al contexto ? 5) Y en el nada improbable caso de que no respondas a ninguna de las preguntas que acabo de plantearte: has dicho que era sólo un fragmento de lo que querías escribirme. Escríbeme el resto con confianza. ¡Me alegraré de leer cada línea! Es que me gusta leerte, querido Leo.
Emmi
Cinco minutos después
Fw:
Querida Emmi:
Si no puedes escribir 1), 2), 3), etc., no eres tú, ¿verdad?
Mañana sigo.
Buenas noches,
Leo
Al día siguiente
Sin asunto
Querida Emmi:
¿Has notado que no sabemos absolutamente nada el uno del otro? Creamos personajes virtuales, confeccionamos irreales retratos robot el uno del otro. Formulamos preguntas cuyo atractivo reside en que quedan sin respuesta. Pues sí, nos dedicamos a despertar la curiosidad del otro y a seguir alimentándola al no satisfacerla de manera definitiva. Intentamos leer entre líneas, entre palabras, y pronto entre letras tal vez. Hacemos grandes esfuerzos por juzgar bien al otro. Y al mismo tiempo nos preocupamos de no desvelar nada importante de nosotros mismos.
¿Qué quiere decir nada importante ? Nada de nada, aún no hemos contado nada de nuestras vidas, nada de lo que constituye la vida cotidiana, de lo que podría ser importante ara alguno de los dos.
Nos comunicamos en el vacío. Hemos tenido la gentileza de confesar a qué actividad profesional nos dedicamos. Tú en teoría me harías una bonita página web y yo, a cambio y en la práctica, la someto a (malos) psicogramas lingüísticos. Eso es todo. Sabemos por una deplorable revista que vivimos en la misma gran ciudad. ¿Y qué más? Nada. No hay ninguna otra persona a nuestro alrededor. No vivimos en ninguna parte. No tenemos edad. No tenemos rostro. No hacemos distinción entre el día y la noche. No vivimos en ninguna época. Lo único que tenemos son nuestras dos pantallas, cada cual de manera estricta y secreta por su cuenta, y compartimos una afición: nos interesamos por una persona absolutamente desconocida. ¡Bravo!
Por lo que a mí respecta y aquí llego a mi confesión , me interesas muchísimo, querida Emmi. La verdad no sé por qué, pero sí sé que se debe a algún motivo especial. Y también sé lo absurdo que es este interés. No resistiría un encuentro, no importa tu aspecto, tu edad, cuánto del considerable encanto de tus mensajes pudiera traerse a una posible cita, y cuánta de la gracia con la que escribes tengas también en las cuerdas vocales, en las comisuras de la boca y en las aletas de la nariz. Sospecho que este tremendo interés se alimenta única y exclusivamente de la bandeja de entrada. Es probable que todo intento de dejarlo salir de allí fracase de modo lastimoso. Ahora mi pregunta clave, querida Emmi: ¿sigues queriendo que te escriba mensajes? (Esta vez me harías un gran favor si me dieses una respuesta clara.)
Muchos, muchos saludos,
Leo
21 minutos después
Re:
Querido Leo:
¡Ha sido mucho de una vez! Hoy debes de tener el día libre. ¿O es que esto cuenta como trabajo? ¿Te dan más tiempo libre en compensación? ¿Puedes deducirlo de los impuestos? Sé que tengo una lengua muy afilada. Pero sólo por escrito. Y sólo cuando me siento insegura. Tú haces que me sienta insegura, Leo. Lo único seguro es que sí, que quiero que sigas escribiéndome mensajes, si no te importa. Por si no ha quedado suficientemente claro, probaré otra vez: ¡¡¡Sí QUIERO!!! ¡QUIERO MENSAJES DE LEO! ¡MENSAJES DE LEO! MENSAJES DE LEO, ¡POR FAVOR! ¡ESTOY ANSIOSA POR RECIBIR MENSAJES DE LEO!
Ahora debes decirme sin falta por qué no tenías ninguna razón, aunque sí un motivo especial para interesarte por mí. Es que no lo comprendo, pero suena interesante. Muchos, muchos saludos, y otro muchos más,
Emmi
P. D.: ¡Tu mensaje anterior ha sido estupendo! ¡Sin nada
de humor, pero realmente estupendo!
Dos días después
Asunto: Feliz Navidad
¿Sabes lo que te digo, querida Emmi? Que hoy alteraré nuestras costumbres y te contaré algo de mi vida. Ella se llamaba Marlene. Hasta hace tres meses habría escrito: se llama Marlene. Hoy, se llamaba. Después de cinco años de presente sin futuro, por fin me he resignado al pretérito imperfecto. Te ahorraré los detalles de nuestra relación. Lo mejor de todo siempre era volver a empezar. Como a los dos nos apasionaba tanto volver a empezar, lo hacíamos cada dos meses. Cada uno era para el otro el gran amor de su vida , pero nunca cuando estábamos juntos, sólo mientras nos esforzábamos por volver a estarlo. Hasta que en otoño las cosas pasaron de castaño oscuro. Había encontrado a otro, uno con el que podía imaginarse conviviendo, y no solamente volviendo a empezar (a pesar de que él era piloto de una aerolínea española, pero, claro, eso no importaba). Cuando me enteré, me sentí de pronto más seguro que nunca de que Marlene era la mujer de mi vida y de que debía hacer todo lo posible por no perderla para siempre.
Durante semanas hice todo lo posible y un poco más. (Será mejor que esos detalles también te los ahorre.) Ella realmente estuvo a punto de darme y de darnos una última oportunidad: Navidad en París. Mi intención ríete si quieres, Emmi era hacerle allí una propuesta de matrimonio. ¡Qué imbécil! Antes de que nos fuéramos, quiso esperar a que volviera el español para decirle la verdad sobre mí y sobre París. Se lo debía, dijo. Yo tenía un mal presentimiento, qué digo un mal presentimiento, se me atragantaba un Airbus español cuando pensaba en Marlene y en ese piloto. Eso fue el 19 de diciembre. Por la tarde recibí un e-mail, ni siquiera una llamada, un catastrófico e-mail suyo que decía: Leo, es imposible, no puedo, París no sería más que una nueva mentira. Perdóname, por favor . O algo por el estilo. (No, algo por el estilo no, ponía eso textualmente.) Le contesté en el acto: Marlene, quiero casarme contigo. Estoy completamente decidido. Quiero estar siempre a tu lado. Ahora sé que puedo. Somos tal para cual. Confía en mí una última vez. Hablemos de todo en París. Di que sí a París, por favor . Luego esperé su respuesta. Una hora, dos horas, tres horas. Entretanto hablaba cada veinte minutos con su buzón de voz sordomudo, releía viejas cartas de amor guardadas en el ordenador, miraba nuestras fotos de amor digitales, todas ellas tomadas durante nuestros incontables viajes de reconciliación. Y después volvía a clavar los ojos en la pantalla como un poseído. De ese breve y cruel sonido que avisa cuando llega un mensaje nuevo, de ese irrisorio sobrecito de la barra de tareas, dependía mi vida con Marlene: desde mi punto de vista de entonces, mi futuro.
Me fijé como plazo máximo para sufrir las nueve de la noche. Si a esa hora Marlene aún no había dado señales de vida, París y, por ende, la que tal vez sería nuestra última oportunidad se habrían extinguido. Eran las 20.57. De repente: un sonido, un sobrecito (una descarga de corriente, un ataque al corazón), un mensaje. Cierro los ojos unos segundos, reúno los miserables despojos de mi pensamiento positivo, me concentro en el mensaje anhelado, en la respuesta afirmativa de Marlene, en París de a dos, en una vida para siempre con ella. Abro los ojos, abro el mensaje. ¿Y qué leo?: Feliz Navidad y un próspero año nuevo les desea Emmi Roth ner . Eso es todo sobre mi grave psicosis con los correos colectivos
y los saludos navideños .
Buenas noches,
Leo
Dos horas después
Re:
Querido Leo:
Es una historia maravillosa. Sobre todo me entusiasmó el final. Casi estoy orgullosa de haber intervenido de un modo tan decisivo. Espero que te des cuenta de que le has desvelado algo extraordinario de ti a tu personaje virtual , a tu irreal retrato robot : auténtica vida privada de Leo, el psicólogo del lenguaje . Hoy estoy demasiado cansada para decir algo coherente al respecto. Pero mañana recibirás un buen análisis, si me lo permites. De esos con 1), 2), 3), etc.
Que duermas bien y que sueñes algo sensato. Es decir, te aconsejaría que no sueñes con Marlene.
Emmi
Al día siguiente
Asunto: Marlene
Buenos días, Leo.
¿Puedo ser un poco más dura contigo?
1) Tú eres de esos hombres que sólo pueden interesarsepor una mujer al principio y al final: cuando quieren conquistarla y poco antes de perderla definitivamente. El tiempo intermedio también llamado convivencia te resulta demasiado aburrido o demasiado agotador, o ambas cosas, ¿verdad?
2) Si bien (esta vez) sigues soltero de milagro, con tal de sacar a un piloto español de la cama de tu casi ex, no tendrías reparo en llevar a una mujer al altar. Eso demuestra que tu respeto por los votos conyugales es más bien escaso, ¿verdad?
3) Has estado casado alguna vez, ¿verdad?
4) Te imagino como si te estuviese viendo: compadeciéndote de ti mismo, leyendo cartas de amor y mirando viejas fotografías, en lugar de hacer algo que pudiera sugerir a una mujer la idea de que en ti podría entrever un atisbo de amor o el vago deseo de algo duradero.
5) Y luego MI mensaje crucial se lanza a tu bandeja de entrada, que gobierna el ser y el no ser. Parece como si en el más ideal de los momentos yo hubiese expresado por fin lo que Marlene debía de tener en la punta de la lengua desde hacía años: ¡HEMOS TERMINADO, LEO, PORQUE NUNCA HABíAMOS EMPEzADO! O con otras palabras, más rebuscadas, más poéticas, más expresivas: Feliz Navidad y un próspero año.

Biografía del autor

Daniel Glattauer nació en Viena en 1960. Desde 1989 colabora para el periódico austriaco Der Standard. Ha escrito varias novelas y libros de artículos. Su novela, Contra el viento del norte (Alfaguara, 2010), finalista del prestigioso German Book Prize, se convirtió en un bestseller traducido a treinta y siete idiomas, que también ha tenido gran éxito en forma de radionovela, audiolibro y obra de teatro (estrenada en 23 teatros en Austria, Alemania y Suiza, y ahora en España). Cada siete olas fue la segunda parte de este auténtico fenómeno editorial. Siempre tuyo es su última y esperada novela.





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