Editorial Libros De Cabecera
Fecha de edición septiembre 2009
Idioma español
EAN 9788493674021
Libro
Capítulo 1
George Arlequín y yo hemos sido amigos durante veinte años. Debo confesar que él es el único hombre al que he llegado a envidiar de veras. Hubo un tiempo en el que creía que le odiaba, pero su elegancia y sensatez hicieron que estos sentimientos pasaran.
Él es todo lo que no soy yo. Soy grandote, corpulento y de aspecto poco agraciado, la desesperación de cualquier sastre. Él es delgado, elegante, monta a caballo con clase y da gusto verle jugar al tenis. Yo apenas domino un idioma; Arlequín es políglota, excelente en media docena de ellos. Es más, tiene el encanto informal del típico cortesano del Renacimiento. Yo soy un antípoda: impaciente, impulsivo y siempre dispuesto a ser duro y simple en mis juicios. Arlequín es europeo, f río, conciliador, sutil y paciente, incluso con quienes son idiotas.
Nació en la opulencia. Su abuelo fundó el Banco Comercial Arlequín x{0026} 38; Cía., en Ginebra. Su padre firmó acuerdos internacionales y abrió oficinas en París, Londres y Nueva York. Arlequín amplió el área de influencia del banco y heredó la presidencia así como el mayor paquete de acciones con derecho a voto de la entidad. La tradición de la casa era sagrada para él: el carácter del cliente importaba más que su garantía; el riesgo, una vez tomado, nunca se revocaba; el contrato nunca se cubría con triquiñuelas legales; un apretón de manos tenía tanta validez como un documento firmado; si el cliente o su familia pasaban por una mala racha, el lema de la casa era: Amicus certus in re incerta, es decir, se conoce a un buen amigo en las situaciones difíciles .
En cuanto a mí, empecé pura y simplemente comprando y vendiendo. Me abrí camino en el mercado del metal, hice dinero y lo perdí. En los años de vacas flacas que siguieron, me sentía humillado por la generosidad de Arlequín para conmigo. Casi no podía creer en las sumas de dinero que él arriesgaba por mí con mi palabra como única garantía. Una vez restaurada mi fortuna, le devolví el dinero invertido mient
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