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						Fecha de edición  octubre 2005 
					
					
					
						
						
							
						Idioma inglés
							
							
							
						
						
						
						
						
						
						
						
						
					
			    	EAN 9780674018242
					
						
						696 páginas
					
					
					
						
					
						Libro
						
							encuadernado en tapa blanda
						
						
						
						
					
					
					
						
					
					
					
								
					
					
						
Emily Dickinson, poet of the interior life, imagined words/swords, hurling barbed syllables/piercing. Nothing about her adult appearance or habitation revealed such a militant soul. Only poems, written quietly in a room of her own, often hand-stitched in small volumes, then hidden in a drawer, revealed her true self. She did not live in time but in universals--an acute, sensitive nature reaching out boldly from self-referral to a wider, imagined world. 
Dickinson died without fame; only a few poems were published in her lifetime. Her legacy was later rescued from her desk--an astonishing body of work, much of which has since appeared in piecemeal editions, sometimes with words altered by editors or publishers according to the fashion of the day.
x{0026}lt;P x{0026}lt;B Emily Dickinsonx{0026}lt;/B (Amherst, Massachusetts, 1830-1886) nació en el seno una familia rica y puritana de Nueva Inglaterra. Estudió en la academia de Amherst y en el seminario femenino de Mount Holyoke, cerca de Boston, pero su delicada salud y su rebeldía religiosa la llevaron a abandonar el curso antes de tiempo. Dickinson, que fue una joven activa y llena de vida, se encerró a los treinta años en la casa paterna y ya no salió. No obstante, mantuvo el contacto con los seres queridos a través de sus cartas, tan cuidadosamente elaboradas como sus poemas. Poco después de su encierro, habiéndose reafirmado en su vocación poética, escribió al periodista y crítico Thomas Higginson para saber si sus versos estaban vivos . Pero el genio poético de Dickinson estaba muy por encima de las capacidades de su pobre preceptor , quien le aconsejó no publicar. Las primeras selecciones de sus poemas fueron editadas póstumamente. Paradójicamente, estas corrieron a cargo del arrepentido Higginson y de la escritora Mabel Loomis Todd. Sus poemas gozaron de un inmediato reconocimiento popular. La crítica tardaría todavía muchos años en concederle el lugar que merece en la historia de la poesía universal.x{0026}lt;/P
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