Editorial Iberoamericana-Vervuert
Fecha de edición abril 2012 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788484896210
Libro
Diego de Torres Villarroel (1694-1770) es sin duda uno de los autores de mayor relieve del siglo XVIII y, sin embargo, su trayectoria como dramaturgo se ha visto olvidada. Su teatro breve profano, que se presenta por primera vez en edición crítica, presenta un claro interés porque, en parte, constituye un magnífico ejemplo de las representaciones particulares en la primera mitad del siglo y porque se puede encontrar en él un estado de transición entre las formas breves barrocas y el sainete.
Diego de Torres Villarroel nació en Salamanca en 1694 y, a pesar de su vida andariega y cortesana, estuvo estrechamente vinculado a su ciudad natal, en particular a la Universidad. Hijo de librero, su padre lo empujó a la vida eclesiástica, que solo abrazaría en la madurez. A los veinte años se escabulló a Portugal y en 1718, ya de regreso, se graduó de bachiller en Artes y empezó su desempeño universitario. Ese mismo año publicó el primero de sus almanaques astrológicos, género que cultivaría de manera constante hasta 1766, casi siempre con el pseudónimo de Gran Piscator de Salamanca, y que le procuró fama, influencia y notable rédito económico. Residió en Madrid entre 1720 y 1726 y se relacionó con los principales círculos cortesanos. Durante esos años amplió y completó estudios médicos, pero no llegó a ejercer nunca esa profesión. Ganó la cátedra de Matemáticas a finales de 1726, aunque regresó reiteradamente a Madrid. En 1731, tras un episodio polémico que lo llevó a Francia, fue desterrado a Portugal, donde permaneció hasta su perdón a finales de 1734. En 1745 se ordenó de sacerdote. Como escritor, exploró géneros tan diversos como la poesía, el teatro, la hagiografía, la literatura epistolar, la devota, el ensayo, el tratado científico, la narrativa de ficción o el costumbrismo. En 1752 recopiló sus obras en catorce volúmenes de suscripción pública, encabezada por la familia real. Tras su jubilación de la Universidad siguió colaborando con esta y fue administrador de las propiedades de los duques de Alba en Salamanca, donde murió en 1770.
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