Editorial Ardora
Fecha de edición noviembre 2025 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788488020871
164 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 135 mm x 190 mm
Más difícil que rescatar a un poeta del olvido es rescatarlo de la banalidad. O de la gloria, si es que no son lo mismo. Decenas de recopilaciones y estudios avalan la calidad de la obra poética y el valor moral de la trayectoria de Antonio Machado (1875-1939). Eso lo ha colocado en un altar tan alto que parece un trastero. Pese a todo, sucesivas generaciones de poetas han buscado allí su dicción personal y su hondo sentido ético. Además del consabido poeta civil, Antonio Machado fue un extraordinario poeta del paisaje, un geógrafo de la belleza. Y también y, sobre todo, un gran poeta del amor. Como sucede con los clásicos, su lectura es menos un deslumbramiento que una confirmación. Lo que hallamos en Machado lo intuíamos, pero no lográbamos decírnoslo; por eso se convierte en una compañía que apetece frecuentar. A finales de los cincuenta, preso, el poeta Jesús López Pacheco se lamentaba: ¡Es tan triste / estar solo en la cárcel sin Machado! .
Antonio Machado nació en el seno de una familia culta y liberal y estudió en la Institución Libre de Enseñanza de Madrid, factores que marcaron e influyeron en su defensa de la causa republicana. Fue poeta y prosista perteneciente a la Generación del 98. Vivía en París cuando conoció a Rubén Darío, que se convertiría en un gran amigo del escritor. En Madrid conoció también a Unamuno, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez y otros destacados literatos.<br> Machado desarrolló una gran actividad literaria y cultural: escribió obras de teatro con su hermano Manuel, también poeta, entre las que destacan La Lola se va a los puertos (1929) y La duquesa de Benamejí (1931). Su primer libro, Soledades (1903), son poemas de carácter modernista, Campos de Castilla (1912), constituye uno de los libros más populares del poeta, Nuevas canciones (1914), Páginas escogidas (1917) y Poesías completas (1928 y 1933), entre otras obras. En 1927 fue nombrado miembro de la Real Academia Española. Tras estallar la guerra civil española, se exilió al pueblo francés de Colliure, donde murió al mes de su llegada.
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