Editorial Universidad de Extremadura
	
					
					
					
					
					
					
					
					
						Fecha de edición  julio 2012  · Edición nº 1
					
					
					
						
						
							
						Idioma español
							
							
							
						
						
						
						
						
						
						
						
						
					
			    	EAN 9788477239505
					
						
						240 páginas
					
					
					
						
					
					
					
					
						Libro
                    
					
								
					
						Dimensiones 170 mm x 240 mm
					
					
						
El poeta francés Michel Seuphor, nacido en Amberes como Fernand Berckelaers, es uno de los grandes poetas en lengua francesa del siglo XX cuya valía y grandeza han quedado ocultas tras la cortina de papel couché de las prestigiosas editoriales donde se publicó toda su obra como dibujante y crítico de arte.
Het Overzicht, una de las múltiples revistas que fundó y una de las más emblemáticas de la historia de la vanguardia, fue la única que cruzó la frontera de Bélgica y llegó hasta Moscú. Otra de sus revistas, la ya mítica Cercle et Carré  â que nació como contrapeso al surrealismo doctrinario de André Bretonâ dio cabida a un crisol de artistas de primera línea: Wasily Kandinsky, Piet Mondrian, Jean Arp, Sophie Taeuber-Arp, Kurt Schwitters, Le Corbusier... Seuphor era el único escritor del grupo y el único que conocía varios idiomas y servía de puente entre todos ellos, por lo que le apodaron como dolmetscher (intérprete).
Toda la obra seuphoriana goza de un signo de independencia y de libertad que sus editores siempre supieron apreciar. Llevó una vida sin estridencias y atravesó todo el siglo XX con un bagaje tan honesto y personal como infrecuente. Le gustaba decir que él solo se pertenecía a sí mismo. Nunca se sometió a ningún credo ni se plegó a ninguna censura.
Su búsqueda incesante de conocimiento le llevó a recorrer un larguísimo camino, poblado de diferentes y múltiples lenguas. La sólida formación clásica recibida en los jesuitas de Amberes convirtió al latín y al griego en sus compañeros inseparables. Tomó un â atajoâ por el chino y desembocó en el sánscrito con más de ochenta años ya. Todas estas lenguas las aprendió con pasión, a fondo, para aprehender el mundo sin intermediarios, para â beber en las fuentesâ , una de sus máximas.
La lectura de las Upanisad cierra ese largo periplo de búsqueda que desemboca en lo Uno, cúspide de su poesía en Musique à Dhiananda, un diálogo muy íntimo y muy personal con el espíritu universal.
El prestigioso
			
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