Editorial Losada
Colección Teatro, Número 0
Fecha de edición octubre 2005 · Edición nº 1
EAN 9789500363198
231 páginas
Encuadernación en tapa blanda
Dimensiones 14 mm x 22 mm
En Los padres terribles (1938) Cacteau quiso ensayar un drama que sea una comedia, y cuyo centro fuera un nudo de vaudevlle: si la marcha de las escenas y el mecanismo de los personajes no resultaran dramáticos: Se propuso -y lo logró- pintar una familia capaz de contradecirse y de actuar con misterio, respetando al mismo tiempo el volumen de una obra teatral que, para sorprender en escena, debiera parecer de un bloque solo.
Con Los padres terribles Cocteau escribió una tragedia, pero llegó al gran público- mediante un ataque contra los desórdenes de la burguesía decadente; con La máquina de escribir (1941) -la otra pieza que integra este volumen y que fue, de todas sus obras, la que más trabajo le dio a su autor-, una falsa intriga policial le permitió pintar el mundo provinciano feudal anterior a la catástrofe de la guerra, mundo cuyos vicios e hipocresía impulsan a unos a defenderse mal, a otros a convertirse en mitómanos.
Jean Cocteau (Seine-et-Oisc, 1889 París, 1963) fue una de las figuras principales de la cultura francesa del siglo XX. Se expresó sobre todo como escritor, pero sus inquietudes nunca se vieron satisfechas con una sola actividad, ni tampoco con un único estilo. Brillantísimo polímata y genuino camaleón, Cocteau fue transitando desde sus comienzos románticos hacia el experimentalismo de una literatura que se quería la respuesta adecuada al cubismo pictórico. De un modo u otro, el francés siempre se situaba en primera fila de lo que podía considerarse la vanguardia, cuando no era su propia obra la que generaba esa actitud de avanzadilla estética. Se aprecia en su labor poética el encandilamiento con la palabra y su sonoridad: Poésies (1920), Opéra (1927), Clair-Obscur (1954). Pero si su dimensión poética puede acaso denotar un cierto gusto por el refinamiento extremado, no ocurre lo mismo con sus novelas, como Le Potomak (1919), Thomas limposteur (1923) y, muy especialmente, Les enfants terribles (1929). La relación con el teatro dio otro tipo de obras, dramas, argumentos de ballet, libretos de ópera... Cocteau colaboró de una u otra forma con varios de los compositores más grandes de su época: Satie, Poulenc, Stravinski. Como autor de dramas, sus obras que más huella han dejado en el teatro moderno son, probablemente, Les parents terribles (1938) y Les monstres sacrés (1940). Como cineasta, su filmografía es fecunda en ideas e influencias, y al menos dos de sus películas se alzan como auténticos clásicos: La belle et la béte (1945) y Orphée (1949).
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