Editorial Editorial Renacimiento
	
					
					
						Colección Antologías, Número 61
					
					
					   Lugar de edición
					
					Valencina de la Concepcion
					
					
                    
					
					
					
						Fecha de edición  noviembre 2013  · Edición nº 1
					
					
					
						
						
							
						Idioma español
							
							
							
						
						
						
						
						
						
						
						
						
					
			    	EAN 9788484728115
					
						
						204 páginas
					
					
					
						
					
						Libro
						
							encuadernado en tapa blanda
						
						
						
						
					
					
					
						
					
					
					
								
					
						Dimensiones 120 mm x 170 mm
					
					
						
La poesía de José Bergamín puede entenderse como un acto de disidencia o rebeldía: de no aceptación del silencio impuesto por la censura o, en un sentido más amplio, de rechazo del silencio definitivo de la muerte. Por medio de sus versos, mediante el acto mismo de escribir, de lírica auto-articulación, emprende su lucha solitaria contra el silencio de la muerte, incluso contra el de Dios. Al coger la pluma, Bergamín afirma y reafirma, una y otra vez, su fe en la palabra y en la poesía, encontrando en esa continua lucha contra el silencio que le acecha lo que he calificado en otro lugar de permanente aposento en el aire . En el coro de voces y ecos que le acompañan en el lírico remanso que habita, encuentra el acento inconfundible de su propia voz, la que se levanta hoy por encima de su propia muerte para seguir hablándonos.
N. D.
(1895-1983) fue poeta, aforista, ensayista, editor, articulista y dramaturgo. Editor de la revista católica, de título nietzscheano, Cruz y Raya (1933-1936), presidente de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura y agregado cultural de la Embajada de España en Francia durante la Guerra Civil, fue nombrado presidente de la Junta de Cultura Española en 1939 y, ya en México, dirigió la editorial Séneca. Posteriormente viviría en Venezuela, Uruguay y Francia. Bergamín regresó a España en 1958, para ser de nuevo expulsado en 1963. Es entonces cuando pierde la nacionalidad española y, en sus propias palabras, se convierte de modo oficial en un fantasma. En 1970 vuelve a España, donde acompañará críticamente los acontecimientos políticos y la restauración de la Monarquía antes de ser enterrado en Hondarribia en 1983.
			
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