Editorial Editorial Renacimiento
Colección Biblioteca Histórica. Renacimiento, Número 28
Lugar de edición
Valencina de la Concepcion
Fecha de edición diciembre 2015 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788416246922
536 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 150 mm x 210 mm
Junto a los Gaziel, Corpus Barga, Julio Camba o Gómez Carrillo, insuperables relatores de la Gran Guerra de 1914-1918, la primera que tuvo entre sus auténticos y verdaderos protagonistas a la gente de los periódicos, habrá que contar a partir de ahora con el jerezano Enrique Domínguez Rodiño (1887-1974), un español residente en Alemania al que sorprende allí la guerra y que decide convertirse en periodista para sobrevivir. Sus crónicas a favor de los Imperios Centrales en La Vanguardia (contrapunto de las de Gaziel, en el mismo periódico, a favor de los Aliados) le granjean una rápida y polémica popularidad, y en 1916 se edita una primera selección de ellas bajo el título de Las primeras llamas. Diario de un testigo-cronista de la guerra. Todo el horror y asombro de la guerra, y de la vida que extrañamente la rodea, comparecen en estas páginas brillantes y bien documentadas. La escritora y periodista sevillana Eva Díaz Pérez traza en el prólogo una ajustada y esclarecedora silueta del olvidado Domínguez Rodiño y lo rescata, muy felizmente, para la historia del periodismo y para la literatura.
Enrique Domínguez Rodiño (Jerez, 1887-Guipúzcoa, 1974) fue periodista por azar, pero se convirtió en uno de los más destacados reporteros españoles de la Gran Guerra como demuestra el libro ahora rescatado y que se publicó en 1916. Durante el conflicto escribió desde Alemania para La Vanguardia crónicas que aportaban la mirada del bando germanófilo, mucho menos conocida que la del frente occidental que fue ampliamente difundida por periodistas y escritores españoles. Viajó a las trincheras, recorrió Italia, Polonia, los Balcanes, Suiza, Francia o Dinamarca aportando una visión global sobre el conflicto. Dirigió Los Lunes del Imparcial, fue el descubridor de la tumba de Ángel Ganivet además de impulsor de la repatriación de los restos del escritor granadino y destacado productor de cine con cintas como Romancero marroquí. En la década de los treinta tuvo un importante pape
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