El proceso de constitución de la hipermodernidad
en la cual vivimos discurre sobre el eje de
la legalidad, cuyo punto de partida es el
ordenamiento de la antigua Roma. Nuestro
mundo secular y desencantado tiene una firme
base jurídica y científica en el Corpus Iuris
romano, cuyas pervivencias se advierten hasta
la actualidad.
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