En este ejercicio de indagación metafísica, podrá verse el guante que será recogido por el existencialismo, resultando notoria la semejanza entre el concepto simmeliano de la "muerte inmanente a la vida" y el "ser para la muerte" heideggeriano. Simmel enfatiza que "la muerte está ligada a la vida desde su interior", que la vida sería otra cosa "si no estuviera en aquella serie que se dirige inequívocamente hacia la muerte". Y en Heidegger, la noción de estar-en-el-mundo, o ser-para-la-muerte es central en su magna crítica a la metafísica occidental. En 1960, Hans-Georg Gadamer señala en clave autobiográfica, el nexo entre esta obra de Simmel y lo que será el existencialismo de Heidegger: "Frente a mis propias ideas, Heidegger habla ya en 1923 con admiración de los escritos tardíos de G. Simmel
Georg Simmel (Berlín, 1858-Estrasburgo, 1918) fue hombre de múltiples saberes, abarcando los campos de la filosofía, la historia, la sociología y las ciencias sociales en general. Filósofo no sistemático, su postura representa una especie de neo-kantismo relativista, de raíz vitalista, que tuvo un amplio predicamento en la Europa de final del siglo xix y principios del XX. Fue amigo de escritores como Rainer Maria Rilke y Stephan George, y también de filósofos como Max Weber, Edmund Husserl y Ortega y Gasset, de quien fue profesor durante la estancia de éste en Alemania. Entre sus obras, destacan Schopenhauer y Nietzsche, Problemas fundamentales de la Filosofía y Diagnóstico de la tragedia de la cultura moderna, todos publicados en la Biblioteca Filosófica de Espuela de Plata. Tan amplia y variada es su obra, que en realidad no hay dominio sociedad, economía, religión, arte, moda, moral, filosofía que no deba a Simmel la indagación de su perfil huidizo o de su intrincada estructura.
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