Editorial New Directions
Fecha de edición octubre 2016 · Edición nº 1
Idioma inglés
EAN 9780811225823
96 páginas
Libro
encuadernado en tapa dura
Although a very prolific poet and arguably America's greatest Emily Dickinson (1830 1886) published fewer than a dozen of her eighteen hundred poems. Instead, she created at home small handmade books. When, in her later years, she stopped producing these, she was still writing a great deal, and at her death she left behind many poems, drafts, and letters.
It is among the makeshift and fragile manuscripts of Dickinson's later writings that we find the envelope poems gathered here. These manuscripts on envelopes (recycled by the poet with marked New England thrift) were written with the full powers of her late, most radical period. Intensely alive, these envelope poems are charged with a special poignancy addressed to no one and everyone at once.
Full-color facsimiles are accompanied by Marta L. Werner and Jen Bervin's pioneering transcriptions of Dickinson's handwriting. Their transcriptions allow us to read the texts, while the facsimiles let us see exactly what Dickinson wrote (the variant words, crossings-out, dashes, directional fields, spaces, columns, and overlapping planes).
x{0026}lt;P x{0026}lt;B Emily Dickinsonx{0026}lt;/B (Amherst, Massachusetts, 1830-1886) nació en el seno una familia rica y puritana de Nueva Inglaterra. Estudió en la academia de Amherst y en el seminario femenino de Mount Holyoke, cerca de Boston, pero su delicada salud y su rebeldía religiosa la llevaron a abandonar el curso antes de tiempo. Dickinson, que fue una joven activa y llena de vida, se encerró a los treinta años en la casa paterna y ya no salió. No obstante, mantuvo el contacto con los seres queridos a través de sus cartas, tan cuidadosamente elaboradas como sus poemas. Poco después de su encierro, habiéndose reafirmado en su vocación poética, escribió al periodista y crítico Thomas Higginson para saber si sus versos estaban vivos . Pero el genio poético de Dickinson estaba muy por encima de las capacidades de su pobre preceptor , quien le aconsejó no publicar. Las primeras selecciones de sus poemas fueron editadas póstumamente. Paradójicamente, estas corrieron a cargo del arrepentido Higginson y de la escritora Mabel Loomis Todd. Sus poemas gozaron de un inmediato reconocimiento popular. La crítica tardaría todavía muchos años en concederle el lugar que merece en la historia de la poesía universal.x{0026}lt;/P
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