En la mitad de la vida

Poesía completa

En la mitad de la vida

Broch, Hermann

Editorial Igitur
Fecha de edición febrero 2007

Idioma español

EAN 9788495142474
Libro


valoración
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P.V.P.  13,00 €

Sin ejemplares (se puede encargar)

Resumen del libro

Todo comienzo es un enigma, y cuando se trata de Hermann Broch los enigmas se multiplican. Es posible que ya en nuestro encuentro de 1996 en Friburgo entre paseos por la Selva Negra y risas filosóficas habláramos de los poemas del escritor vienés, que se reunían en el volumen octavo de sus obras completas publicadas por la editorial Suhrkamp y consultadas al azar en la biblioteca de la Friedrich-Schiller-Universität de Jena. ¿Qué impulso misterioso hizo que uno de nosotros mandara fotocopiar ese ejemplar, y que conservara esas fotocopias durante años como si fueran un pequeño tesoro? De pequeños misterios como éste se compone, afortunadamente, la vida. No imaginábamos, ni en Jena, ni en Friburgo, ni en el encuentro posterior de Leipzig ya en el año 2000, que algún día tendríamos la oportunidad de traducir la poesía completa de Broch, probablemente uno de los pocos apartados que faltaban por traducirse a nuestra lengua de su extensa obra. Y es que casi todo tiene su origen en algún instante desconocido y casi todo, a su vez, genera efectos que nunca sospecharemos.
Tampoco sabíamos entonces que la poesía de Hermann Broch no había sido traducida a ninguna lengua, como nos hicieron saber al comienzo de nuestra labor tanto el profesor Paul Michael Lützeler, biógrafo de Broch y probablemente el mejor conocedor de su obra en tanto que editor de la edición alemana completa, como la señora Christa Sammons, bibliotecaria del Archivo Broch en la Universidad de Yale. Por lo tanto, el encargo que hace dos años nos hicieron Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria, los editores de Igitur, constituía, de hecho, la primera oportunidad que tendría la obra poética de Broch para darse a conocer fuera de su propia lengua. Si nuestras pesquisas bibliográficas no han sido fallidas, podemos decir que el libro que el lector tiene hoy entre sus manos constituye, en efecto, la primera traducción de la poesía completa de Hermann Broch a cualquier lengua.
El dato no sería tan relevante si los poemas que contiene este libro no tuvieran, en general, la considerable altura que tienen. Escritos a lo largo de toda una vida, entre 1913, cuando el autor contaba con veintisiete años, hasta 1949, dos años antes de su muerte en el exilio de New Haven, cubren desde el entusiasmo amoroso, la visión racionalista o una especie de aproximación intemporal al paisaje, elementos todos propios de su juventud, hasta el desencanto y la desolación del mundo de la vejez. Broch nunca se preocupó por reunir sus poemas en un libro; fueron apareciendo en las revistas de la época y se recopilaron sólo con ocasión de sus obras completas publicadas póstumamente. No hay, por lo tanto, en este libro una concepción unitaria voluntariamente atribuible al autor; los poemas están organizados de un modo estrictamente cronológico y, aunque en algunos casos se desconoce el año exacto de su composición, todos ellos llevan al pie la fecha, documentada o atribuible, en que fueron escritos.
Los cincuenta y tres poemas que contiene este libro, ¿qué son, se preguntará el lector, frente a monumentos de la prosa del siglo xx como Los sonámbulos, La muerte de Virgilio, Los inocentes o El maleficio, es decir, las mejores obras de quien ha sido considerado como uno de los más grandes narradores de nuestro tiempo? Nosotros mismos desconocemos la respuesta a esa pregunta. La crítica no se ha ocupado en exceso de la poesía de Broch, que en general ha sido considerada como un apartado secundario dentro de su producción. Es cierto que no hubo en la actividad poética del autor austríaco la constancia, la devoción y el permanente sacrificio con que Broch abordó sus obras narrativas, hasta el punto de que es conocida la anécdota según la cual su muerte (por un infarto) tuvo lugar mientras redactaba El maleficio. Su bello rostro desplomado debió de sentir ese último instante de la vida como el comienzo de un sueño en el cual (al igual que en el libro que ahora nos ocupa) todos los instantes parecen vivir en un presente perpetuo más allá de cualquier tiempo o espacio. No: la poesía strictu sensu no constituía para Broch una dedicación regular, por la sencilla razón de que buena parte de su obra narrativa se adentra en territorios propios de la poesía. Esto ocurre en las más diversas modalidades: ya en Huguenau o el realismo, tercera novela de la trilogía Los sonámbulos (1931-1932), figuran varios capítulos escritos en verso, casi todos titulados Historia de la muchacha salutista de Berlín 1; en La muerte de Virgilio, una de sus obras más justamente celebradas, publicada por vez primera en Estados Unidos en 1945, la prosa alcanza una tensión tan desbordante o acaso tan alada que se convierte a veces en versículos, en tiradas de versos oraculares, de un modo tan natural e imperceptible que casi sin darnos cuenta pasamos de nuevo a prosa narrativa2; en cuanto a Los inocentes, su última novela publicada en vida, en 1950, sus tres secciones comienzan con grupos de poemas en verso entremezclados con fragmentos de prosa y titulados respecti vamente Voces 1913 , Voces 1923 y Voces 1933 ; en El maleficio, publicada de forma póstuma por su hijo y que para George Steiner es una de las novelas más importantes del siglo xx y quizás sea más significativa que el Doctor Faustus de Thomas Mann , nos encontramos con numerosos párrafos descriptivos del bosque o de la montaña que podrían considerarse espléndidos poemas en prosa, además de hallar poemas breves que los protagonistas cantan casi siempre a modo de letanías simbólicas de ese mundo sacrificial y enigmático que se nos presenta en la novela. Finalmente, y aunque no los hemos leído, conviene señalar que también en algunos de sus dramas incluye Broch diversos textos poéticos.
Para este libro hemos traducido exclusivamente aquellos poemas que no fueron incorporados a ninguna de las obras narrativas o dramáticas. Nos hemos basado en el volumen octavo de las Gesammelte Werke de Hermann Broch editadas por Paul Michael Lützeler para la editorial Suhrkamp entre 1974 y 1981. Hemos descartado los textos que allí figuran bajo el epígrafe de Nachdichtungen , es decir, las versiones al alemán de poemas de otros autores: entre otros, Joyce, Eliot, Stephen Spender y Walt Whitman. Tampoco hemos traducido los Haussprüche , aforismos caseros escritos en colaboración con Hans Vlasics en 1937, ni los Gelegenheitsgedichte , poemas de ocasión sin verdadero valor literario que el autor escribió entre 1905 y 1950.
Se ha dicho que, como cualquier otro texto creativo, una traducción no se termina nunca y podría ser revisada y mejo rada indefinidamente. Cuando el trabajo se reparte entre dos personas, el modus operandi es necesariamente distinto que en la traducción solitaria. Hay un constante trasvase de sugerencias, de comentarios, de relecturas. Se diría que, pese al apoyo permanente de nuestro partenaire traductor, nos sentimos mucho más vulnerables que cuando traducimos en solitario: cualquier opción o variante puede sufrir la crítica por parte del otro, y aunque esta singularidad no deja de representar la mayoría de las veces un enriquecimiento del texto e incluso de la persona en sí misma, produce cierta incertidumbre, una sana duda sobre el propio sentido del lenguaje que constituye, posiblemente, uno de los mejores estímulos para la verdadera creación.
No queremos dejar de mencionar a algunas personas que nos ayudaron en diversos sentidos. Ibon Zubiaur, en Tubinga, y Swantje Kusenberg y Roberto A. Cabrera, en la isla de La Palma, leyeron nuestra traducción y nos sugirieron variantes o posibilidades que en general reconocimos como aproximaciones a la imposible perfección que todo traductor, inevitablemente, busca. Ya hemos aludido a Paul Michael Lützeler, en Saint Louis, y a Christa Sammons, en Yale, que nos ofrecieron algunas referencias bibliográficas y nos animaron en todo momento en nuestro proyecto. Otros estudiosos de la obra de Broch, o traductores de alguno de sus libros, como Michael Kessler, en Rottenburg am Neckar, Endre Kiss, en Budapest, Theodore Ziolkowski, en Princeton, Miguel Sáenz, en Madrid, y Sigurd Paul Scheichl, en Innsbruck, nos remitieron informaciones que nos han sido útiles en nuestro trabajo y también nos acompañaron con sus ánimos. Nuestro único deseo es que esta traducción sirva para abrir nuevos espacios de belleza, de intimidad y de intensidad entre los poetas y los lectores de poesía de nuestro país. Porque detrás de la cerca, en la suave oscuridad del eco, está el bosque .

Montserrat Armas y Rafael-José Díaz


Biografía del autor

(Viena, 1886 - New Haven, Estados Unidos, 1951) nació en una familia acomodada de origen judío. Trabajó como ingeniero textil en la fábrica de su padre hasta 1927, cuando la abandonó para estudiar matemáticas, filosofía y física. Conocedor de la vida intelectual de Viena, compartió círculos con Ludwig Wittgenstein, Sigmund Freud o Robert Musil. En estos años publicó su primera gran obra, la trilogía Los sonámbulos (1931-32), así como El valor desconocido (1933). En 1938, tras haber sido detenido por la Gestapo por actividades subversivas, logró huir de Austria y, con la ayuda de su amigo James Joyce, emigró a Estados Unidos, donde fue profesor en la Universidad de Princeton. Cultivó el ensayo y la narrativa, ámbito en el que dejó varias obras capitales de la literatura del siglo xx, como La muerte de Virgilio (1945) o Los inocentes (1950).





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