Editorial Verbum
Colección Teatro, Número 1
Fecha de edición marzo 2016 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788490743355
160 páginas
Libro
Dimensiones 140 mm x 195 mm
Jardiel fue un hombre de teatro en el sentido más amplio que se le puede dar al término. No solamente escribió algunas de las mejores comedias cómicas que se han hecho en España 'renovando el humor tradicional y actualizándolo', sino que fue empresario teatral y se ocupó en todos los aspectos complementarios de la escena: dirección de actores, efectos especiales, escenografía, utilería, etc.
En este cuidado volumen se integra toda su teoría teatral: sus opiniones sobre actores, directores y críticos; sus conceptos de cómo debía ser el teatro, junto con sus sugerencias para mejorarlo; su visión del panorama dramático de su tiempo, etc. Es una recopilación muy completa de sus escritos sobre el arte de Talía, en distintos géneros: en forma de ensayos breves, poemas, entrevistas y artículos, que son una amena y divertida lectura, como todas las suyas.
Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952) es uno de los grandes renovadores de la novela y el teatro de humor. Tras publicar 'Amor se escribe sin hache' (1929), viajó a Hollywood como guionista de la Fox. Miembro del grupo literario bautizado por José López Rubio como La otra generación del 27 , del que también forman parte Edgar Neville y Miguel Mihura, es autor de obras de narrativa como 'Novísimas aventuras de Sherlock Holmes' (1928), '¡Espérame en Siberia, vida mía!' (1930), 'Pero ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?' (1931), 'La tournée de Dios' (1932) y 'Los 38 asesinatos y medio del Castillo de Hull' (1936), aunque su mayor popularidad la obtuvo en el teatro con comedias que suscitaron fuertes polémicas en el momento de su estreno y cosecharon enorme éxito: 'Usted tiene ojos de mujer fatal' (1933), 'Cuatro corazones con freno y marcha atrás' (1936), 'Eloísa está debajo de un almendro' (1940),'Los ladrones somos gente honrada' (1941) Hoy es considerado un maestro de la literatura de humor. Complejo, pesimista y desigual, en su nicho mandó grabar el epitafio: Si queréis los mayores elogios, moríos .
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