El hombre del revés

Comisario Adamsberg 2

El hombre del revés

Vargas, Fred

Editorial Siruela
Colección Nuevos tiempos, Número 186
Fecha de edición enero 2011 · Edición nº 1

Idioma español
Traducción de Suárez Girard, Anne Hélène

EAN 9788498415117
336 páginas
Libro encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 14 mm x 21 mm


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P.V.P.  18,95 €

Sin ejemplares (se puede encargar)

Resumen del libro

En un pueblo de los Alpes están apareciendo degolladas las ovejas, y la indignación y el miedo se van adueñando de sus habitantes. Pero Lawrence, un canadiense que estudia una manada de lobos en la zona, sabe que hay cosas que éstos jamás harían... Una noche, ante la sorpresa de todos, es una mujer la que aparece muerta. El comisario Adamsberg, Lawrence y Camille, su compañera, inician la investigación. No todo el mundo cree que sea un lobo el responsable: hay quien cree que todo es obra de un auténtico hombre lobo que vive escondido en la montaña. Un hombre del revés que oculta su verdadera naturaleza tras una apariencia humana... Fred (Frédérique) Vargas (París, 1957) estudió Historia y Arqueología y ha publicado una serie de novelas policiacas que ha obtenido un gran éxito de crítica y público. Ha recibido, entre otros, el Prix mystère de la critique (1996 y 2000), el Gran premio de novela negra del Festival de Cognac (1999), el Trofeo 813 y el Giallo Grinzane (2006).
Fred Vargas es probablemente la autora más interesante del género policiaco en Europa en el momento presente. José M.ª Guelbenzu, El País
FRAGMENTO:
Había dos tipos, estirados en la maleza.
No te imaginarás que vas a enseñarme mi trabajo susurró el primero.
No me imagino nada respondió su compañero, un tipo alto, de pelo largo y rubio, que se llamaba Lawrence.
Inmóviles, empuñando los prismáticos, los dos hombres observaban una pareja de lobos. Eran las diez de la mañana, el sol les cocía los riñones.
Ese lobo es Marcus prosiguió Lawrence . Ha vuelto.
El otro sacudió la cabeza. Era un hombre de la zona, bajito, moreno, un poco terco. Llevaba seis años cuidando los lobos del Mercantour. Se llamaba Jean.
Es Sibellius murmuró.
Sibellius es mucho más grande. No tiene ese mechón amarillo en el cuello.
Turbado, Jean Mercier ajustó los prismáticos, los limpió de nuevo y examinó con atención el lobo macho que, a trescientos metros al este de donde estaban escondidos, daba vueltas alrededor de la roca familiar, alzando de vez en cuando el hocico al viento. Estaban cerca, demasiado cerca, más valía retroceder, pero Lawrence quería filmar a toda costa. Para eso había venido, para filmar lobos y luego llevarse el reportaje a Canadá. Pero llevaba seis meses retrasando el regreso con oscuros pretextos. A decir verdad, el canadiense se estaba incrustando. Jean Mercier sabía por qué.
Lawrence Donald Johnstone, famoso especialista en osos pardos de Canadá, se había enamorado locamente de un puñado de lobos de Europa. Y no se decidía a confesarlo. De todos modos, el canadiense hablaba lo menos posible.
Volvió en primavera murmuró Lawrence . Fundó su familia. Ella no sé quién es.
Es Proserpine susurró Jean Mercier , la hija de Janus y de Junon, tercera generación.
Con Marcus.
Con Marcus acabó reconociendo Mercier . Y lo que es seguro es que hay lobeznos nuevecitos.
Bien.
Muy bien.
¿Cuántos?
Demasiados para saberlo.
Jean Mercier tomó unas cuantas notas en una libreta que le colgaba de la cintura, bebió de la cantimplora y volvió a su posición sin hacer crujir una sola ramilla.
Lawrence dejó los prismáticos, se enjugó el rostro.
Atrajo hacia sí la cámara, enfocó a Marcus, la encendió sonriente. Había pasado quince años de su vida con los osos pardos, los caribúes y los lobos de Canadá, recorriendo solo las inmensas reservas, observando, anotando, filmando, tendiendo la mano a veces a sus compañeros salvajes más viejos. Y no eran precisamente unos vivalavirgen. Una vieja osa, Joan, que se le aproximaba, bajando la frente, para que le acariciara el pelo. Y Lawrence no imaginaba que la pobre Europa, estrecha, devastada y domesticada, tuviera nada decente que ofrecerle. Había aceptado esa misión-reportaje en el macizo del Mercantour con mucha reticencia, por aquello de.
Y a fin de cuentas, se estaba eternizando en ese rincón de la montaña, iba posponiendo su regreso. Hablando claro, remoloneaba. Remoloneaba por los lobos de Europa y su pelaje gris y lamentable, parientes pobres y jadeantes de las bestias peludas y claras del Ártico y que merecían, según él, toda su ternura. Remoloneaba por las nubes de insectos, el chorreo del sudor, la maleza carbonizada, el calor chisporroteante de las tierras mediterráneas.
Pues espera, que esto no es nada le decía Jean Mercier en tono un tanto sentencioso, con esa expresión orgullosa de los habituados, de los curtidos, de los supervivientes de la aventura solar . Sólo estamos en junio.
Y por último remoloneaba por Camilla.
Allí, a eso se lo llamaba incrustarse .
No es un reproche le había dicho Jean Mercier con cierta gravedad , pero mejor que lo sepas: te estás incrustando.
Pues ahora ya lo sé había respondido Lawrence.
Lawrence apagó la cámara, la puso delicadamente sobre su bolsa, la cubrió con una lona blanca. El joven Marcus acababa de desaparecer hacia el norte.
Se ha ido a cazar antes de que haga demasiado calor comentó Jean.
Lawrence se roció la cara, se mojó la gorra, bebió una decena de sorbos. Menudo solazo, maldita sea. Nunca había visto un infierno igual.
Al menos tres lobeznos murmuró Jean.
Me estoy asando dijo Lawrence con una mueca, pasándose la mano por la espalda.
Pues espera. Esto no es nada.

Biografía del autor

Fred Vargas (seudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau, París, 1957), arqueóloga de formación, es mundialmente conocida como autora de novelas policiacas. Además del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018, ha ganado los más importantes galardones, incluido el prestigioso International Dagger, que le ha sido concedido en tres ocasiones consecutivas. También ha recibido, entre otros, el Prix mystère de la critique (1996 y 2000), el Gran Premio de novela negra del Festival de Cognac (1999), el Trofeo 813, el Giallo Grinzane (2006) o el Premio Landernau Polar (2015). Sus novelas han sido traducidas a múltiples idiomas con un gran éxito de ventas, alguna de ellas incluso se ha llevado al cine. Siruela publica toda su obra en castellano.





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