Editorial Quálea
Colección Poesía, Número 3
Lugar de edición
Torrelavega, España
Fecha de edición julio 2009
Traducción de Cilleruelo, José Ángel
Prologuista Cilleruelo, José Ángel
EAN 9788493690939
80 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 14 mm x 21 mm
El accidente es uno de los libros centrales en la poesía portuguesa contemporánea. En su escritura, el poeta presta su voz lírica a objetos comunes de la vida cotidiana (la taza, el billete de tren, el lápiz, el cuaderno, el reloj, la pinza de la ropa, el teléfono móvil...) que cuentan una misma historia, pero cada uno desde su particular punto de vista. Este mosaico de pequeñas declaraciones subjetivas de los objetos refleja con extrema sutileza una sucesión de estados del alma que en su conjunto conforman una narración elíptica donde los personajes centrales del libro, un padre y un hijo, enfrentan el sentimiento elegíaco de sus propias vidas carentes de sujeto, accidentadas. El libro plantea un apasionante juego de reflejos entre sujeto y objeto, accidente y esencia, personaje y autor que avanza un paso más en el camino de despersonalización y desposesión que abrió Fernando Pessoa en la poesía europea: perdida la esencia del yo, cobran vida los objetos, las cosas, los accidentes impregnados del rumor del sujeto.
CADERNO
Letra miúda, indecifrável ao olhar
impreciso; traços, linhas de fuga
prolongando-se pelas folhas seguintes:
ramos de equilíbrio e tranquilidade,
canais que levam a água
do horizonte mais escuro
à casa da infância.
S o rascunhos,
restos da memória de um corpo,
estas palavras cujo sentido
n o me compete decifrar:
onde começa o amor,
o poder do pensamento contemplativo
sobre a morte?
Quem para além do engano e da sombra
reina no mundo?
Imagem de nenhum deus,
invólucro temporário de
um destino, sou;
o livre arbítrio raras vezes é concedido
a quem apenas possui os limites de ser
um simples artefacto humano.
Ferida m o
que sobre mim desces desconhecida,
calor nocturno
no rigoroso inverno da página,
n o demores.
CUADERNO
Letra pequeña, indescifrable a la mirada
imprecisa; trazos, líneas de fuga
que se prolongan en las hojas siguientes:
ramas de equilibrio y tranquilidad,
canales que llevan el agua
del horizonte más oscuro
a la casa de la infancia.
Son rasguños,
restos de la memoria de un cuerpo,
estas palabras cuyo sentido
no me compete descifrar:
¿dónde empieza el amor,
el poder del pensamiento contemplativo
sobre la muerte?
¿Quién reina en el mundo
más allá del engaño y de la sombra?
Imagen de ningún dios,
envoltorio temporal de
un destino, soy;
el libre albedrío raras veces se le concede
a quien sólo posee los límites de ser
un simple artefacto humano.
Herida mano
que sobre mí desciendes desconocida,
calor nocturno
en el riguroso invierno de la página,
no tardes.
PRÓLOGO Cuando Jorge Gomes Miranda (OPORTO, 1965) publica su primer libro de poemas, O que nos protege Lo que nos protege , en 1995, había cumplido 30 años. Tal
vez este dato explique la cohesión y madurez del libro, y la sorpresa que supuso para los lectores y la crítica portuguesa del momento. O que nos protege estaba dedicado íntegramente a rescatar las imágenes del álbum familiar:
Te ruego, oh gran distraído, / no lo borres todo, / deja que los hermanos corran / conmigo al escondite . Este libro inaugural trazaba el marco estético en el que iba a desarrollarse la obra posterior, pero no ofrecía pista alguna sobre el despliegue de motivos que aparecerían en los títulos posteriores: Portadas abertas (1999), Curtasmetragens (2002), A hora perdida (2003), Postos de escuta (2003), Este mundo, sem abrigo (2003), O caçador de tempestades (2004), Pontos luminosos (2004); a través de todos ellos, como ondas concéntricas, se ha ido expandiendo la amplitud temática de su obra. Si los primeros poemas exploraban el mundo familiar, a éstos les sigue el descubrimiento de la ciudad y del amor, luego se ve atraído por las sutilezas de la vida cotidiana y desemboca en la contemplación de un mundo al que juzga con rigor y acritud. Emblema de este gesto es un soneto que sólo admite su cita completo:
AUTORRETRATO
En los otros libros, en verdad, he afirmado
lo que en éste, claramente, pongo en duda:
la tenaz esperanza de un mundo capaz de escapar
al eterno alineamiento de violencia e impiedad.
Acabo un milenio de pájaros agonizantes,
y en el inicio de otro, veo que todo capitula
nuevamente: la ciudad de nadie, abatida
por construcciones clandestinas, desmoronamientos;
entre amigos, vocablos de aspereza
que comprometen el entendimiento;
negrura sin interrupción y homicida
en los gestos que antes reflejaban amor;
la pérdida lancinante del conocimiento
de la poesía a manos de resentidos y diletantes.
Este sobrecogedor soneto posee como virtud añadida algunos de los elementos que vertebran el conjunto de su poesía. El clímax final del poema sitúa el aciago juicio del mundo en el ámbito central de su preocupación: la propia poesía, no sólo como escritura, sino como imprescindible elemento cultural. Tan nocivo como la destrucción de la ciudad por las construcciones ilegales es que la poesía acabe en manos de resentidos y diletantes . Más allá de las actitudes metaliterarias, la
poesía es un constituyente esencial de la existencia, cuyo juicio Gomes Miranda siempre tiene presente. Los términos que, en los tercetos, evocan la amistad y el amor interrumpidos señalan otra constante temática del conjunto: Las relaciones entre los humanos y de él con ellos por decirlo con palabras del poeta Joaquim Manuel Magalh es, uno de los primeros lectores de esta obra . En la ciudad, en el amor, en la poesía, en la vida cotidiana, el poeta se convierte en lector de gestos, de actitudes, de palabras que la poesía rescata, como si la poesía según Magalh es fuera el último refugio de combate frente a la brutal realidad, convertida ya en la trivialidad en la que ha devenido la vida contemporánea . Gomes Miranda hereda y practica aquella actitud baudelairiana del flâneur, la de quien pasea por la ciudad por la sociedad atento a todas sus pulsiones, y observa a sus contemporáneos y con ellos dialogan los miedos, ilusiones, ansiedades o alegrías del personaje poético creado en cada uno de los libros, y aun de los poemas. Y por concluir con el análisis del soneto, éste arranca con uno de los empeños radicales de esta obra poética: el juicio de la existencia. A aquellos primeros títulos, les siguen otros, cada uno dedicado a una indagación poética particular: Requiem (2005) reflexión sobre la muerte próxima, familiar, y como la destrucción de la ciudad por las construcciones ilegales es que la poesía acabe en manos de resentidos y diletantes . Más allá de las actitudes metaliterarias, la poesía es un constituyente esencial de la existencia, cuyo juicio Gomes Miranda siempre tiene presente. Los términos que, en los tercetos, evocan la amistad y el amor interrumpidos señalan otra constante temática del conjunto: Las relaciones entre los humanos y de él con ellos por decirlo con palabras del poeta Joaquim Manuel Magalh es, uno de los primeros lectores de esta obra . En la ciudad, en el amor, en la poesía, en la vida cotidiana, el poeta se convierte en lector de gestos, de actitudes, de palabras que la poesía rescata, como si la poesía según Magalh es fuera el último refugio de combate frente a la brutal realidad, convertida ya en la trivialidad en la que ha devenido la vida contemporánea . Gomes Miranda hereda y practica aquella actitud baudelairiana del flâneur, la de quien pasea por la ciudad por la sociedad atento a todas sus pulsiones, y observa a sus contemporáneos y con ellos dialogan los
miedos, ilusiones, ansiedades o alegrías del personaje poético creado en cada uno de los libros, y aun de los poemas. Y por concluir con el análisis del soneto, éste arranca con uno de los empeños radicales de esta obra poética: el juicio de la existencia. A aquellos primeros títulos, les siguen otros, cada uno dedicado a una indagación poética particular: Requiem (2005) reflexión sobre la muerte próxima, familiar, y la muerte como destino , Falésias (2006) un singular diálogo con las óperas que más le han impresionado, como si éstas fueran la banda sonora de acontecimientos cotidianos , O acidente (2007), Velhos (2008) un estremecedor descenso a los infiernos de la vejez y Resgate (2008) una poética de la vida en los hoteles contemporáneos . En estos libros se consolida, ya con rotundidad, la tendencia a armonizar todas las tensiones de su escritura no sólo en el poema como se ha visto en Autorretrato sino en el conjunto. Por usar un símil musical: de las composiciones para cámara se pasa a la partitura para orquesta sinfónica algo que, por otra parte, estaba presente en las intenciones poéticas del autor desde su primer libro. Y dentro de estos títulos que contienen una experiencia poética cohesionada en torno a un tema, destaca por la pureza de su construcción y por la novedad de un lirismo entregado a la perspectiva de los objetos, El accidente, cuyos versos aguardan al final de este prólogo. Este título de Gomes Miranda tal vez sea el que refleje mejor la asimetría entre biografía y ficción que nutre toda su obra y que con frecuencia ha despistado a la crítica, que ha interpretado exclusivamente como lírica confesional un incesante trabajo de construcción de identidades poéticas en muchas ocasiones ajenas al poeta, lo que convencionalmente se denomina la ficción del yo . Es decir, el yo presta su experiencia y su conocimiento de los diversos estados del alma soledad, pérdida, desengaño, amor, reflexión y combate a otras experiencias, lenguajes, personajes. En cierto modo ha escrito Gomes Miranda , son los poemas los que también inventan la identidad, los que crean el rostro (múltiple, contaminado por las historias vividas, presenciadas, inventadas) del poeta. Como un actor que interpreta un papel. Varios papeles. Papeles que más tarde le van a permitir asumir con denuedo y valentía su verdadero rostro en el escenario de la vida. En la lectura de El accidente destaca la sutileza con la que los poemas trazan una historia que si bien contiene claros elementos narrativos personajes, marco espaciotemporal, acciones... , el lector sólo descubre en lo que no se dice, en aquello que los pequeños detalles sugieren con un uso magistral de la escritura elíptica. Para construir el argumento si se pudiera hablar en estos términos del libro, sería necesario recurrir a palabras y hechos que los poemas ni contienen ni cuentan. Cabría, pues, afirmar que Gomes Miranda convierte la sutileza en recurso retórico. Extraordinario es también el punto de vista desde el que se cuenta la historia: cada uno de los objetos de la cotidianidad expresa su impresión y su experiencia vital como objetos que repentinamente cobraran conciencia del uso que se hace de ellos , y de las relaciones de éstos con los humanos cuya vida acompañan. Del conjunto de estas declaraciones subjetivas tan solipsistas como sólo un objeto pueda serlo emana un sentimiento lírico, elegíaco, más profundo y global, que el lector presiente en todo momento, aunque no pueda situar en ninguna página concreta del libro el fragmento que lo ha provocado. En la escritura de Gomes Miranda cabe observar un recurso poético de efecto brillante. Se podría denominar clímax engastado. El poema en general se plantea como una descripción de la vida cotidiana realizada de una forma en apariencia directa y plana, con una densidad verbal baja. Esta discursividad que no aprecia ni el juego ni el brillo de las palabras de repente, en unos pocos versos, se adensa con una escritura poética de extraordinaria rotundidad que rompe la tonalidad reflexiva que le precede y encara directamente el tema del libro. Por ejemplo, el primer poema, Taza , describe en detalle, como una monodia, el rito cotidiano de preparar un té... hasta que en la última estrofa una imagen súbita presenta la intensidad tonal que el poema no había proporcionado: Fuera, la noche continúa / su trabajo de demolición . Esta frase sorprende y deslumbra al lector de igual manera que lo haría la piedra preciosa engastada en el anillo. Sobre el sentido global del libro, el propio poeta ha escrito una pequeña y lúcida reflexión que merece ser tenida en cuenta: Conjunto breve de poemas: ausencias, pérdidas, grietas, silencios, omisiones. Con la singularidad de que sólo al final de la lectura del libro es perceptible la cadena de causalidades, ley y espacio temporal que relaciona los objetos aquéllos que al principio habían sido apariciones instantáneas de cosas aisladas y de momentos privilegiados con las vidas que recorren el libro. Es decir, bajo apariencias elípticas y fragmentarias, en cada poema empieza (solamente en un verso, en una imagen) a perfilarse la tragedia del destino personal, la vitalidad desesperada de quien se ha ido que permanece en quien ama. En el libro, el accidente (existe una tradición filosófica, que parte de Aristóteles, en torno a esta cuestión) es también, recuérdese, el objeto (aunque aquí asuma la posición de sujeto, ser en la pluralidad de seres, que sube al escenario de la vida y nos habla), aquel que se opone (aún Aristóteles) a la esencia, al ser. Pero, ¿no seremos todos nosotros, hoy, objetos, o en cualquier caso seres accidentales en relación a un centro (una totalidad, un centro olvidado que sólo rescatan las palabras) diluido en sangre? Es importante subrayar también, por tratarse de la primera traducción de un libro completo de Jorge Gomes Miranda al español, su intenso trabajo crítico en el diario Público, desde donde ha mantenido un diálogo constante con la poesía española, familiarizando al lector portugués tanto con la tradición como con las obras de los contemporáneos. Es autor de ensayos y artículos críticos sobre la poesía del Siglo de Oro, Antonio y Manuel Machado, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Miguel Hernández, Jaime Gil de Biedma, Francisco Brines, Ángel Crespo, María Victoria Atencia y sobre varias antologías de la poesía de los ochenta y noventa. También ha realizado interesantes entrevistas a diversos poetas españoles, entre otros a Antonio Gamoneda, Francisco Brines, Jon Juaristi, Luis Alberto de Cuenca o Felipe Benítez Reyes.
En suma, la traducción de un poeta contemporáneo debería celebrarse como la construcción de un nuevo puente sobre el río de las incomprensiones. El tránsito que permite entre lectores de ambas lenguas nutre el enriquecimiento de las dos tradiciones. La historia de la literatura conoce bien estos hechos menudos, pero tan relevantes. Los poemas de Jorge Gomes Miranda dan un paso más allá en el camino de despersonalización y desposesión que abrió Fernando Pessoa en la poesía europea: perdida la esencia del yo, cobran vida los objetos, las cosas, los accidentes impregnados del rumor del sujeto.
JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO, Barcelona, marzo de 2009
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