Editorial Galaxia Gutenberg
Lugar de edición
Barcelona
Fecha de edición mayo 2010 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788481098785
Libro
encuadernado en tapa blanda
Leídos más de setenta años después, los discursos sobre el Estatuto de Cataluña pronunciados por Ortega y por Azaña pueden provocar la sensación de que algunos de los problemas suscitados entonces siguen abiertos. Esta interpretación del presente político de España como una estricta continuación del pasado puede llevar a creer que, pese a todas las fórmulas intentadas, queda pendiente la tarea de hallar un arreglo para las relaciones entre las instituciones centrales del Estado y las autonómicas. En realidad, ese arreglo ya existe, y la confirmación de que ya existe radica en lo que se suele tomar por una prueba de lo contrario; radica en que se sigue debatiendo, siempre según los procedimientos establecidos, de la estructura y la organización del Estado. ¿Es que, acaso, el debate político consiste en otra cosa?
José Ortega y Gasset es el filósofo español más importante del siglo pasado, uno de los más destacados de la historia de la Filosofía y el que, sin duda, más influencia ha ejercido dentro y fuera de España. <br> Nació en el seno de una familia acomodada de la alta burguesía madrileña vinculada al periodismo y a la política. En sus viajes a Alemania estudió el idealismo, que sería la base de su primer proyecto de regeneración ética y social de España. Fue nombrado catedrático de Psicología, Lógica y Ética de la Escuela Superior de Magisterio de Madrid, y catedrático de Metafísica de la Universidad Central de Madrid.<br> Su vida estuvo profundamente ligada al periodismo, a la política y a las actividades editoriales, y ocupó un lugar muy destacado en la vida intelectual española durante la primera mitad del siglo xx. Prueba de ello son algunas de sus obras de mayor repercusión, convertidas en clásicos del pensamiento español, como España invertebrada (1921) o La rebelión de las masas (1930).<br> Debido a su apoyo a la Segunda República, al inicio de la Guerra Civil se exilió en Lisboa. Volvió ocasionalmente a España y murió en Madrid, donde está enterrado.
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