Dalí escribió que los dibujos de Federico García Lorca se distinguían por su exquisitez. Según el DRAE, "exquisitez" es algo "de singular y extraordinaria calidad, primor o gusto en su especie". No es corriente que las definiciones de los diccionarios sean tan ajustadas como en este caso: en la especie modesta de los lápices de colores o la tinta china, estos dibujos son extraordinarios en calidad, primor y gusto, si los tres términos se entienden en su puro sentido conceptual, como si fueran poemas, y se aprecian como trabazón de las imágenes o fino oído o selección de una copla entre el magma de lo tradicional. Los dibujos son una extensión de su escritura. Ésta rebosa de sugestiones visuales de forma y color, y los dibujos la complementan y la suplementan. Ingenuos y sentimentales a la vez, nos muestran un mundo análogo al de las palabras: penetran el centro de la inocencia, del deseo, de la melancolía, de la tragedia y el gozo alegre del mundo con una simplicidad, una condensación y una agudeza que se aprovecha de la experiencia vivida de las vanguardias y de la capacidad selectiva ante la tradición. ¿Podría decirse, con su paisano Soto de Rojas, que los dibujos de Federico García Lorca son "regalo al alma, tiros al sentido"?
Nació en 1898 (Fuente Vaqueros, Granada), y murió fusilado en agosto del 36. Se licenció en Derecho en el año 1923 en la Universidad de Granada, donde también cursó estudios de Filosofía y Letras. Desde 1919 convivió en la Residencia de Estudiantes (Madrid) con artistas y poetas que después formarían la Generación del 27. En 1929 se trasladó a Nueva York para matricularse en la Universidad de Columbia. También fueron trascendentales sus viajes a Cuba, Argentina y Uruguay. Sus obras poéticas entrelazan el lirismo andaluz y las vanguardias de principios del siglo XX. Dirigió la compañía de teatro La Barraca y escribió obras dramáticas fundamentales. Posiblemente sea el poeta y dramaturgo de mayor relevancia, influencia y popularidad de la literatura en lengua castellana.
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