Editorial Pre-Textos
Colección Pre-Textos. Ensayo, Número 0
Fecha de edición junio 1999
Idioma español
EAN 9788485081301
166 páginas
Libro
Dimensiones 130 mm x 190 mm
El diálogo no tendría que establecerse entre personas, sino entre líneas, entre capítulos o partes de capítulo. Esos serían los verdaderos personajes. Perder la memoria: mejor levantar "bloques", hacer que floten, un bloque de infancia no es un recuerdo infantil. Un bloque nos acompaña, siempre es anónimo y contemporáneo, siempre funciona en presente. Olvidar la historia: la cuestión de los devenires y de su geografía. Un devenir-revolucionario es más importante que el futuro o el pasado de la revolución. Un devenir-mujer, un devenir-animal son más importantes que la diferencia de sexos y de reinos. No pararse a recapitular: mejor trazar líneas. Las líneas no tienen origen, crecen por el medio. Nunca se hace tabla rasa. Como la hierba, siempre se está en medio de algo. Cuanto más consideremos el mundo a partir de su situación actual más posibilidades tendremos de cambiarlo.
Gilles Deleuze nació en París en 1925. Fue profesor de Filosofía en la Sorbonne y es autor de varios libros, entre ellos, Nietzsche y la filosofía, La filosofía crítica de Kant, Proust y los signos, Spinoza: filosofía práctica, La lógica del sentido, La imagen-tiempo y, en colaboración con Félix Guattari, El anti-Edipo, obra que le dio a conocer mundialmente y le convirtió en uno de los filósofos más polémicos de la década de 1960. <br> Deleuze es una figura clave de la filosofía posestructuralista francesa. Considerado empirista y vitalista, su obra, que se basa en conceptos como la multiplicidad, el constructivismo, la diferencia y el deseo, se aleja sustancialmente de las principales tradiciones del pensamiento continental del siglo xx y le sitúan como una figura influyente en las consideraciones actuales sobre la sociedad, la creatividad y la subjetividad. <br> Deleuze escribió sobre Spinoza, Nietzsche, Kant, Leibniz entre otros, entre los que también contaban autores y obras literarias, el cine y el arte. Deleuze afirmaba que no escribía sobre arte, literatura o cine, sino que emprendía encuentros filosóficos que le llevaban a nuevos conceptos. Como constructivista, era categórico al afirmar que los filósofos son creadores y que cada lectura de la filosofía, o cada encuentro filosófico, debería inspirar nuevos conceptos.
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