Auerbach, Erich
Benjamin, Walter
Editorial Ediciones Godot
Colección Exhumaciones, Número 0
Fecha de edición septiembre 2015 · Edición nº 1
Idioma español
Ilustrador Martínez Spezza, Juan Pablo
EAN 9789873847127
112 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 130 mm x 200 mm
Este libro presenta la única correspondencia intercambiada entre Walter Benjamin y Erich Auerbach, entre 1935 y 1937.
Con estudio preliminar y epílogo de Raúl Rodríguez Freire, traductor del libro, esta correspondencia entre Erich Auerbach y Walter Benjamin resulta muy interesante porque en ella se intercambian, más que profundas ideas filosóficas, desgarradoras situaciones individuales, en las que se manifiesta sufrimiento y descontento ante la coyuntura del momento. Son cartas íntimas, donde incluso en alguna oportunidad Auerbach y Benjamin discuten a propósito de un posible plagio de Fromm a Benjamin. El libro abunda en notas aclaratorias y referencias a las personas mencionadas en las cartas, que son muchas. Estas notas se ubican al final del texto.
Creo poder afirmar que la amistad develada en estas cartas implicaba un conocimiento relativamente profundo de sus respectivos trabajos, cuyos temas, por lo demás, se cruzaron en más de una ocasión. Benjamin y Auerbach fueron grandes misivistas, bella palabra que para la RAE todavía no existe. Sus cartas son el testimonio no solo de una amistad en tiempos de horror, sino de sus respectivas supervivencias. Ellas testimonian tanto una amistad prácticamente desconocida para gran parte de la intelectualidad contemporánea, como la muerte de una época en que la redacción de cartas tenía un lugar central.
Nació en Berlín en 1892, en el seno de una próspera familia judía. Estudió filosofía y se licenció en Berna en 1918 con una tesis sobre el concepto de crítica del arte en el Romanticismo alemán. Trabajo singular con el que sin embargo no consiguió integrarse en la institución académica, aunque su nombre se asocia indefectiblemente con la formación temprana de la Escuela de Frankfurt. Influido por la mística judía y el marxismo, dejó una obra polifacética en la que se combina la filosofía, la sociología y la crítica literaria, y cuya influencia ha ido creciendo exponencialmente desde su muerte. Se quitó la vida en Portbou, al creer que las autoridades lo devolverían a los nazis, de los que huía, de una manera o de otra, desde 1933.
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