Editorial Laertes editorial, S.L.
Colección NARRATIVA, Número 0
Fecha de edición septiembre 2021 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788418292521
318 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda con solapas
Entre los meses de octubre de 1849 y de junio de 1851, Gustave Flaubert, a la edad de veintiocho años, llevó a cabo un largo viaje por el Oriente, que ha llegado a ser considerado como el episodio más importante de su vida.
Su viaje a Egipto fue el hecho capital de su existencia.
Su genio encuentra en él su forma definitiva y se precisa en sus tendencias , anotó ya alguien de forma taxativa en el momento del redescubrimiento de Flaubert a comienzos del siglo pasado.
Hoy, al cumplirse el bicentenario del nacimiento del autor, que vino al mundo el 12 de diciembre de 1821 en el Hospital de Rouen, donde su padre ejercía de médico jefe, Ediciones Laertes se complace en reeditar el libro que posee el mérito suplementarios de haber sido la primera traducción que se hizo al castellano de un bloque importante de su Correspondencia, una de las más celebradas en la literatura occidental.
Hoy abundan las traducciones de otros bloques no menos importantes (Correspondencia con Turgueniev, George Sand, Louise Colet), pero nunca tan intensos y determinantes para la vida del escritor.
Gustave Flaubert. En el siglo que afianza la novela como género, destaca la figura de Gustave Flaubert (Ruan, 1821-Croisset, 1880), uno de sus máximos representantes europeos, puente entre el romanticismo y el realismo. Su obra más célebre (una obra maestra) es Madame Bovary (1856), por la que fue llevado a juicio acusado de ofensas a la moral. Su búsqueda de la palabra exacta y su minucioso trabajo estilístico pueden quizá justificar una producción escasa. En Salambó (1862) se acerca a la novela histórica y exótica, para volver a lo contemporáneo en La educación sentimental (1869). En 1874 publicó La tentación de San Antonio, obra de la que redactó tres versiones. En 1877 aparece Tres cuentos, y póstumamente (1881) Bouvard y Pécuchet, un análisis de la estupidez humana, que fue una de sus preocupaciones. Se definía como un hombre-pluma por su intensa dedicación literaria, pero también como un monje en la aspereza solitaria de su retiro en Croisset, que interrumpía a veces para sus reuniones parisinas con Théophile Gautier, los hermanos Edmond y Jules de Goncourt y Guy de Maupassant.
|