Kant justifica en este escrito que a la filosofía crítica no puede seguirle otra nueva filosofía y también la imposibilidad de que haya más de una filosofía verdadera. El modo de argumentar que en este opúsculo adopta el filósofo resulta curioso en extremo: parece comparar veladamente el derecho de gentes y su fin último, que no es otro, al decir de Kant, que el establecimiento de la paz perpetua entre los Estados, con la filosofía crítica y su consecuencia inevitable, que no puede ser sino la instauración de la paz permanente en la filosofía. Esta comparación explica, por tanto, el título del escrito, que, por lo demás, alude claramente al del célebre tratado de filosofía política que Kant había publicado un año antes.
Immanuel Kant (1724-1804): su obra supone un punto de inflexión en la historia del pensamiento, y la modernidad no ha dejado de autoproclamarse reiteradamente como su heredera. No es extraño, pues, que se decida prestar atención a sus textos en una época como la nuestra, más proclive a hacer balances que a incrementar por sí misma su patrimonio. Ésta puede ser la explicación de que últimamente vengan proliferando tanto las traducciones del filósofo de Königsberg.
|