Editorial HIPERION EDICIONES
Colección Poesía Hiperión, Número 603
Fecha de edición julio 2010
Idioma inglés
Prologuista Blanco, Alberto
EAN 9788475179452
176 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 140 mm x 200 mm
Emily Dickinson (1930, Massachussets) sólo publicó en vida siete poemas, sin firmarlos. Su obra sigue siendo enigmática para todos sus lectores. ¿Cómo es posible que esta mujer pequeñita, que vivió toda su vida en Amherst a mediados del s.XIX, prácticamente sin ningún contacto con los grandes movimientos literarios europeos, fraguara un obra que iba a cambiar el curso de la poesía norteamericana del s.XX?
Apostando más por la calidad que por la cantidad, siguiendo las palabras de su autora que decía: "multiplicar los muelles no disminuye el mar", se recoge aquí una pequeña selección de 55 poemas, uno por cada año que vivió la autora.
Esta selección de versos de Emily Dickinson, poeta fundacional de la lírica norteamericana, recoge 55 poemas: uno por cada año que vivió la autora. El volumen se completa con otras 40 composiciones, escritas por su traductor en amherst lugar de nacimiento de Dickinson que convierten este libro en un homenaje a la escritora. ABCD las Artes y las Letras, n.º 951. El Escaparate de la feria . Madrid, 29.5.2010. Pero esta poesía añade a las ya descritas otra dificultad: la de su metro y rima, no menos concentradas y concéntricas que el resto de su sistema formular. Y esto sí que Alberto Blanco lo resuelve del mejor de los modos, al mantener la concatenación lírico-semántica de los sonidos y al encontrar para ellos una tan precisa como adecuada modulación: la suya, pues, es una versión que podríamos definir como de orfebre' y que no altera la pureza lingüística de unos poemas sin ropaje ni nombre', que su autora consideró correos escondidos' y que forman su carta al mundo a un mundo que nunca le quiso contestar. Alberto Blanco en Amherst Suite, le contesta, por el mundo y por él, en un conjunto de cuarenta poemas dedicados a ella que son y así conviene verlos un homenaje como el que a Propercio hizo en su día Ezra Pound. Para Emily Dickinson el camino de la experiencia es anguloso'. Gracias a la versión de Alberto Blanco, la coloratura de sus rimas no lo es. Jaime Siles, ABCD las Artes y las Letras, n.º 952. Madrid, 5.6.2010. Una nueva traducción, a cargo esta vez del mejicano Alberto Blanco. El ajustado prólogo repara en la singularidad reconcentrada del tono menor' de la Dickinson, partiendo de dos de sus fulgurantes y enigmáticas expresiones: Mi negocio es la circunferencia' y Multiplicar los muelles no disminuye el mar'. Y justifica la reducción a 55 poemas, los mismos que años vivió la autora, por tratarse de una apuesta a favor de la calidad El volumen se completa con Amherst Suite', 40 cuartetas dobles escritas por el propio traductor a la manera de la poetisa norteamericana, dedicados a ella, que son, por un lado, prueba de la perfecta asimilación en cuanto a estilo y contenido de su universo lírico, y por otro, del buen hacer poético del propio Alberto Blanco. Fermín Herrero, La sombra del ciprés , El Norte de Castilla, 10.7.2010
x{0026}lt;P x{0026}lt;B Emily Dickinsonx{0026}lt;/B (Amherst, Massachusetts, 1830-1886) nació en el seno una familia rica y puritana de Nueva Inglaterra. Estudió en la academia de Amherst y en el seminario femenino de Mount Holyoke, cerca de Boston, pero su delicada salud y su rebeldía religiosa la llevaron a abandonar el curso antes de tiempo. Dickinson, que fue una joven activa y llena de vida, se encerró a los treinta años en la casa paterna y ya no salió. No obstante, mantuvo el contacto con los seres queridos a través de sus cartas, tan cuidadosamente elaboradas como sus poemas. Poco después de su encierro, habiéndose reafirmado en su vocación poética, escribió al periodista y crítico Thomas Higginson para saber si sus versos estaban vivos . Pero el genio poético de Dickinson estaba muy por encima de las capacidades de su pobre preceptor , quien le aconsejó no publicar. Las primeras selecciones de sus poemas fueron editadas póstumamente. Paradójicamente, estas corrieron a cargo del arrepentido Higginson y de la escritora Mabel Loomis Todd. Sus poemas gozaron de un inmediato reconocimiento popular. La crítica tardaría todavía muchos años en concederle el lugar que merece en la historia de la poesía universal.x{0026}lt;/P
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