Revista Litoral nº 271

Resumen del libro

Es la falta de amor la que llena los bares , cantaba La Cabra Mecánica hace veinte años con cierta dosis de razón y pesimismo, aunque puede y debe argumentarse lo contrario: nada hay como el calor del amor en un bar , susurraba Gabinete Caligari, o los bares forman parte del inventario de lugares propicios al amor, que diría Ángel González. Al amor y a otros variados afectos, como por ejemplo la amistad, forjada año tras año en barras y mesas vaso en mano. Así ha sido desde la apertura al público, como dispensarios de vinos y burdeles, de algunas casas privadas en la Atenas del siglo IV a. C. y de las tabernae en la Roma clásica, especie de despachos de bebidas y comidas. El caso es que bares y cafés fueron, son y serán no sólo refugio sino segunda vivienda de los parroquianos habituales, aquellos que articulan sus vidas personales y profesionales en torno a las barras y los camareros que las atienden.

En estos tiempos de pandemia hemos entendido el papel que juegan en el diario discurrir de millones de personas: sin bares somos menos humanos. LITORAL los reivindica a través de la literatura y las artes plásticas con un excelente equipo: Felipe Benítez Reyes nos abre las puertas a modo de anfitrión; Juan Manuel Bonet repasa las piezas emblemáticas de la pintura y la ilustración; Manuel Hidalgo recorre los bares cinematográficos; Antonio Muñoz Molina escribe sobre los locales de su etapa universitaria; Justo Navarro entra en las tabernas portuarias; Antonio Soler recuerda los pubs dublineses del Bloomsday y Miguel Gallego Roca reflexiona acodado en la barra de un pub; José Luis González Vera nos invita a beber en antros de mala muerte; Ernesto Pérez Zúñiga relata el poder de salvación de los barres de carretera. El jazz, el rock y el flamenco hubiesen sido otras músicas de no haber encontrado cobijo en clubs, garitos y cafés cantantes, como apuntan Juan Ignacio Guijarro, Manuel Bellido y Alberto García Reyes. Los camareros son protagonistas de una fantástica ensoñación de Eva Díaz Pérez, y Juan Manuel Romero pone en valor las terrazas como espacio de reflexión y lectura.