Les chemins qui ne mènent pas à Rome

Réflexions et maximes d'un libertaire

Les chemins qui ne mènent pas à Rome

Brassens, Georges

Editorial Le Cherche Midi
Fecha de edición enero 2008 · Edición nº 1

Idioma francés

EAN 9782749111421
160 páginas
Libro encuadernado en tapa blanda


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P.V.P.  8,15 €

Sin ejemplares (se puede encargar)

Resumen del libro

J'aime la pensée solitaire, je déteste les moutons. Je n'ai pas besoin d'un grand frère là-haut qui me protège et me dicte ses lois. L'effort d'aimer, c'est peut-être l'amour?Il ne me déplaît pas de déplaire à certains.Ma vie privée ne regarde personne, même pas moi.La vraie nature de l'homme, c'est la férocité, le fanatisme, la folie.Les foules modernes ont une puissance d'avilissement telle que rien ne leur résiste.Il n'est jamais trop tard pour mal faire.Les militaires de carrière sont affligés d'un crétinisme hyperbolique.Les nouilles ne nourrissent pas aussi bien qu'on le prétend chez les mangeurs de canard farci.Qu'est-ce que nous sommes ? Un peu d'argile et d'eau. Et nous voulons être éternels? C'est l'éternelle sottise. Georges Brassens

Biografía del autor

Georges Brassens (Sète, 1921- Saint-Gély-du-Fesc, 1981) está considerado como uno de los mayores exponentes tanto de la chanson française como de la trova anarquista del siglo XX. Lejos de ser un alumno ejemplar, el niño Brassens prefería la vida en la calle, aunque las clases de francés de su maestro Alphonse Bonnafé, que le inculcó el amor por la poesía, dejaron una profunda huella en él. En 1940 se mudó a París y trabajó como tornero para la empresa Renault. En esa época empezó a componer, pero en 1943 fue destinado al campo de Basdorf, cerca de Berlín, en el marco del STO (Servicio del Trabajo Obligatorio) impuesto por los nazis. A pesar de las circunstancias, leía, escribía, componía y cantaba; de hecho, sus camaradas deportados constituyeron su primer público. Después de la guerra, se incorporó al movimiento anarquista y empezó a colaborar con el periódico Le Libertaire. Aunque su primer disco, que vio la luz en 1952, escandalizó a muchos por sus tintes de protesta, Brassens acabaría convirtiéndose en el padre espiritual de toda una generación. En 1967 recibió el Gran Premio de Poesía de la Academia Francesa.





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