Navarro Durán, Rosa
Valdés, Alfonso de
Editorial Alianza
Colección Libros Singulares (Ls), Número 0
Lugar de edición
Madrid
Fecha de edición mayo 2016 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788491043683
336 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 130 mm x 195 mm
La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades figuró en todos los índices de libros prohibidos inquisitoriales desde que se publicara el primero de ellos en 1559. Esta pequeña nonada dice mucho y sugiere aún más, y esa es la razón de su peligrosidad. Indica a su vez que hay que leer la obra de manera muy distinta a como se ha venido haciendo. El lector encontrará el camino para descubrir su intención y su sentido en esta edición que, fruto de años de trabajo y reflexión, se aparta de los lugares comunes y abre, con rigor, nuevas sendas. Y lo hace, en este caso, desde la misma portada del libro, en la que ya no figura anónimo o se da como huérfana, sino el nombre del autor que Rosa Navarro Durán demuestra que lo escribió, y que, encriptado, aparece en su largo título. En la introducción y en las notas al texto están los argumentos, las razones de la lectura de este clásico como aguda sátira erasmista, escrita hacia 1530-31 por el mejor prosista de la primera mitad del siglo XVI: el secretario de cartas latinas del emperador Carlos V, Alfonso de Valdés.
Rosa Navarro Durán es catedrática de literatura española del Siglo de Oro en la Universidad de Barcelona y autora de varias ediciones de clásicos. Ha escrito, además, La mirada al texto, ¿Por qué hay que leer los clásicos?, Cómo leer un poema y Breve historia de la literatura española, del que es coautora.
(Cuenca, h.1490-Viena, 1534) Humanista español. Entró muy joven en la cancillería imperial, y pronto se convirtió en secretario y latinista oficial de Carlos I de España. Adepto incondicional y entusiasta de su contemporáneo Erasmo, intentó conciliar el humanismo del pensador holandés y el proyecto de monarquía universal cristiana que vislumbraba en la política de Carlos I. Sostuvo que la realización de la monarquía de éste evitaría la escisión de la cristiandad y la conduciría a la paz universal, condición necesaria para la reforma espiritual de la humanidad, que debería ser conducida según la doctrina de Erasmo. Propugnó un modelo de Iglesia espiritual y más cercana a los fieles y satirizó la corrupción de la jerarquía eclesiástica romana y la falta de virtud del clero en general. Por sus dotes diplomáticas y su habilidad dialéctica fue comisionado para conferenciar con los protestantes: asistió a las dietas de Augsburgo y Ratisbona y se entrevistó con Melanchthon. Es autor de Diálogo de las cosas en Roma y Diálogo de Mercurio y Carón, escritos a imitación de los de Luciano de Samosata y el propio Erasmo.
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