Dejando de lado toda inhibición, Ingmar Bergman nos conduce aquí por el apasionante recorrido de la creación artística, desde ese lugar privado y recóndito, donde se ocultan los fantasmas personales que originan con tanta frecuencia -y en Bergman casi siempre- las ideas y las emociones más fuertes, hasta el barullo de un plató, donde, ante decenas de personas, bajo los focos encendidos, con la cámara en acción, estos fantasmas, antes en tropel, empiezan a obedecer a un orden invisible, a encarnarse en una historia que pasará, por la magia del arte, a ser nuestra. Para ello, Bergman no tiene inconveniente alguno en sacar a la luz no sólo sus apuntes de trabajo, sino también sus diarios, en los que suele anotar las «fuentes reveladoras, los recuerdos, las imágenes, que dan lugar después a sus films. Nos cuenta de hecho un viaje fascinante por la memoria y «las difusas radiografías del alma. Este es el autorretrato de un artista para quien el arte, la obra y la vida es una misma y única cosa.
Ingmar Bergman nació en Upsala (Suecia) en 1918 y falleció en 2007. Se licenció en literatura e historia del arte con una tesis sobre Strindberg. Fue guionista y director de teatro y cine y autor de varias novelas. Dirigió hasta 1942 el Teatro Universitario y fue ayudante de dirección en el gran Teatro Dramático de Estocolmo. En 1945, realiza su primera película, Crisis, pero no concitará el reconocimiento del público y de la crítica hasta 1949 con el filme Prisión. Su consagración internacional llegará en 1956 con Sonrisas de una noche de verano, y obtendrá, a partir de entonces, diversos premios en los festivales cinematográficos de Cannes y Venecia, y el Oscar a la mejor película no inglesa en tres ocasiones, por El manantial de la doncella, Como en un espejo y Fanny y Alexander.
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