Editorial Nórdica
Colección Ilsutrados, Número 0
Fecha de edición agosto 2024 · Edición nº 1
Idioma español
Ilustrador Alcázar, Pablo
EAN 9788410200579
88 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 130 mm x 190 mm
El crimen de lord Arthur Savile es uno de los relatos más fascinantes de Oscar Wilde. Lo publicamos en edición ilustrada y con nueva traducción. En mitad de una fiesta, la última recepción que daba lady Windermere antes de las Pascuas, ella decide llamar a su quiromante, el señor Podgers, para que realice una demostración. Tras una serie de correctas adivinaciones, lady Windermere propone a lord Arthur Savile como el siguiente. Lord Arthur se encuentra próximo a casarse con una joven de clase alta llamada Sybil, y lady Windermere, divertida, dice desear saber cualquier cosa mala acerca de Arthur para contárselo al día siguiente a su futura esposa. Cuando el señor Podgers lee la mano de lord Arthur palidece de temor. Nadie más que Arthur nota esto y, al terminar la fiesta, le ofrece dinero a Podgers para que sea sincero con él. Tras verse tentado con el pago, este le revela lo que vio en su mano. El crimen de lord Arthur Savile está con toda gracia más allá del Bien y del Mal. Se trata de la historia de un asesinato, pero el hecho se perpetra en un mundo que, por su misma frivolidad, no es menos real que el deliberadamente fantástico de Las mil y una noches . Jorge Luis Borges
Oscar Wilde (Dublín, 1854 x{0026} x02013; París, 1900) fue poeta, dramaturgo y novelista, y una de las figuras más brillantes y provocadoras del fin de siècle europeo. Estudió en Oxford, donde destacó por su ingenio y su pasión por el arte y la belleza, que pronto convirtieron su nombre en sinónimo de dandi y esteta. Brilló en el teatro con comedias como La importancia de llamarse Ernesto o Un marido ideal, obras de una ironía fulminante. En 1891 publicó El retrato de Dorian Gray, su única novela, mezcla de cuento moral y fantasía decadente. En 1895, tras un escandaloso juicio por homosexualidad, fue condenado a prisión. Murió en el exilio, arruinado, pero con la gloria póstuma de haber escrito algunas de las páginas más afiladas y perdurables de la literatura inglesa.
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