Don Juan Tenorio

Don Juan Tenorio

Zorrilla, José

Editorial Austral
Colección Clásica, Número 5
Fecha de edición enero 1999 · Edición nº 1

Idioma español

EAN 9788467033441
288 páginas
Libro encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 125 mm x 190 mm


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Resumen del libro

Hablando de Don Juan decía Wenceslao Fernández Flórez que Zorrilla oía latir bajo su justillo de terciopelo el corazón de España: el corazón del romanticismo nacional, su propio corazón . También la estructura de la obra refleja perfectamente el ideal romántico: el misterio de los personajes, las máscaras, la conquista, la huida, el tenebrismo de la segunda parte, los diálogos amorosos, el enfrentamiento a Dios y la salvación por el amor.


Todo coincide en señalar a esta obra como uno de los hitos que marca con mayor precisión el valor de lo sorprendente y de lo emocional como suprema forma del conocimiento del mundo. El lector, todavía hoy, tiembla, vibra, se aleja de cualquier racionalismo para sumergirse de pleno en el mundo de la pasión más desbordante. José Zorrilla (1817-1893) supo dotar a la figura del Don Juan de una visión personal y propia que lo encumbra por encima de la mayoría de los autores que han tocado este mito tan atractivo y sugerente.


El prólogo de Francisco Nieva y la edición de Juan Francisco Peña ofrecen una perspectiva actual de lectura.

Biografía del autor

José Zorrilla y Moral nació el 21 de febrero de 1917 en Valladolid. Su padre, relator de la Real Chancillería, era un hombre rígido, de ideas absolutistas, con quien su único vástago nunca tuvo una relación fluida. Por motivos laborales del cabeza de familia, los Zorrilla y Moral abandonaron Valladolid y pasaron por Burgos y Sevilla, antes de establecerse en Madrid, cuando José contaba nueve años de edad. Allí ingresó en el Seminario de Nobles, regentado por los jesuitas. Desde muy joven se convirtió en aficionado a la lectura, gracias a autores como Walter Scott, James Fenimore Cooper, Chateubriand, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, el Duque de Rivas o Espronceda. En el colegio participó en varios montajes teatrales, que despertaron su interés. En 1833 inició la carrera de Leyes en la Real Universidad de Toledo, aunque no fue un estudiante aplicado, por lo que un pariente canónigo con el que se hospedaba lo devolvió a Valladolid dos años más tarde, donde nuevamente residían sus padres. En su universidad retomó los estudios y publicó sus primeros versos en el diario vallisoletano El Artista. Sin embargo, continuó sin prestar atención al Derecho y sí a la literatura, al dibujo y a las mujeres. Cansado de su desinterés, el padre lo sacó de la universidad y lo envió a Lerma para que trabajara en el campo. Pero, de camino, el díscolo hijo robó una mula y huyó a Madrid, donde llevó una vida bohemia. Ganó fama un año después de su llegada a la capital, durante el entierro de Mariano José de Larra en 1837, cuando leyó unos sentidos versos ante su tumba. Hizo amistad con José de Espronceda y Juan Eugenio Hartzenbusch, con quienes frecuentó la tertulia de El Parnasillo. Comenzó a escribir para varios periódicos como El Español y El Porvenir y a declamar poesía en El Liceo. En 1839 se casó con Florentina O'Really, con quien vivió años infelices por continuas disputas, y estrenó su primera obra, Juan Dándolo, en el Teatro del Príncipe. En 1840 estrenó tres nuevos dramas y publicó Los cantos del trovador. Pese a su éxito, siempre fue un derrochador y vivió con apuros económicos. En 1845 terminó por abandonar a su mujer y marchó a París, donde trabó amistad con Alejandro Dumas padre, Musset, Théophile Gautier, Víctor Hugo y George Sand, además de asistir a algunas clases de la Facultad de Medicina. Un año después regresó a Madrid debido a la muerte de su madre. En 1848 fue nombrado afiliado de la Junta del recién fundado Teatro Español; el Liceo organizó una sesión pública en su honor y fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua, aunque no tomó posesión de su silla hasta 1885. Al año siguiente falleció su padre, quien no le había perdonado sus dislates de antaño, lo que le afectó profundamente. En 1851 marchó nuevamente a París, dos años después a Londres y luego a México, donde permaneció doce años, con un año entre medias que pasó en Cuba. Volvió a España en 1866, tras la muerte de su esposa. Comprobó que su popularidad era grande, aunque no pudo cobrar derechos de autor por sus obras. En 1869 se casó por segunda vez con Juana Pacheco. Los problemas monetarios le acompañaron toda su vida, sin que le ayudara la concesión de una comisión gubernamental en Roma en 1873 ni tampoco una pensión nacional otorgada a posteriori. Ganó aún más fama dando recitales poéticos y recibió diversos honores, como el nombramiento de cronista de Valladolid (1884) y la coronación como poeta nacional en Granada por el duque de Rivas en presencia de la reina regente Isabel II en 1889. Entre sus obras destacan sus Poesías (1837, ampliadas en 1840), El zapatero y el Rey (1839), Cantos del trovador (1840-1841), El puñal del godo (1843), Recuerdos y fantasías (1844), Don Juan Tenorio (1844), La azucena silvestre (1845), Traidor, inconfeso y mártir (1849), Granada (1852), La flor de los recuerdos (1855-1859), Recuerdos del tiempo viejo (1880-1883), La leyenda del Cid (1882) y El cantar del romero (1883). Falleció el 23 de enero de 1893, en Madrid, como consecuencia de una cirugía de cerebro.





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