Conjuración de Catilina

Conjuración de Catilina

Salustio Crispo, Cayo

Editorial C.S.I.C. Alma Mater
Colección Alma mater, Número 0
Fecha de edición marzo 1991

Idioma español
Traducción de Pabón, José Manuel

EAN 9788400071189
98 páginas
Libro encuadernado en tapa dura


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P.V.P.  12,50 €

Sin ejemplares (se puede encargar)

Resumen del libro

Al igual que Tito Livio y Tácito, los dos más altos exponentes de la historiografía latina, Cayo Salustio Crispo es un preclaro representante de la época que le tocó vivir. Mientras que el pensamiento y la obra de Livio están plenamente henchidos del epos romano y su idea capital es la Roma eterna, en cuyo destino deposita una fe y confianza ciegas, con un glorioso pasado y una fama imperecedera, y en el bosquejo histórico de Tácito, que tanto debe a Salustio, se advierte la resignación casi fatalista ante una forma de gobierno que hay ineludiblemente que acatar y ante la cual no cabe otro remedio que inclinarse, Salustio destila el desengaño y la amargura de una vida dedicada a la política en los azarosos años del siglo I. a. C. Nació Salustio en Amiternio, ciudad de la Sabina, el año 86 a. C., 668 de la fundación de Roma. Es decir, veinte años después que Pompeyo y Cicerón, catorce después que César y nueve más tarde que Catón el uticense. Oriundo de una rica familia plebeya, que le procuró una excelente educación literaria en la urbe, pronto le sedujo la actividad política como nos cuenta él mismo en el premio de su Catilina. Exhibió desde temprano marcadas aficiones intelectuales y sus extensas lecturas le impulsaron a escudriñar los entresijos de los problemas políticos e históricos. Con la superioridad teórica, que empezaba a ser un pode en aquel tiempo, quiso abrirse camino en la política con la sana intención de completar la teoría con la practica . Partidario de César y amigo de Clodio, Salustio consiguió, después de la cuestura, el tribunado de la plebe en el 52, el año agitado y turbio de las contiendas civiles que culmino en el asesinato de Publico Clodio Pulcro. Dos años más tarde, en el 50, los censores Apio Claudio Pulcro y L. Calpurnio Pisón expulsaron a Salustio del Senado tras una vaga acusación de libertinaje; en realidad se perseguía alejar a uno de los más decididos partidarios de César. Más por breve tiempo, porque a poco de estallar la guerra civil volvió a ocupar su sitial en la alta Asamblea. En aquel mismo año del 50 escribió su primer carta a César sobre la República. No deja de ser sorprendente que Salustio ose impartir consejos a César, mas no hay que olvidar e prestigió que entonces confería una cultura adquirida a costa de grandes esfuerzos. Sus opiniones en materia de política interior no difieren, en lo esencial, de las de Cicerón.





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