Editorial Editorial Renacimiento
Colección Traducciones, Serie Menor, Número 23
Lugar de edición
Valencina de la Concepcion
Fecha de edición febrero 2016 · Edición nº 1
Idioma español
EAN 9788416685103
196 páginas
Libro
encuadernado en tapa blanda
Dimensiones 150 mm x 210 mm
Emily Dickinson (1830-1886) es sobradamente conocida de los lectores españoles. Prácticamente inédita en vida (como recordó Borges, pensaba que publicar no es parte esencial del destino de un escritor ), su poesía, tan inagotable como cotidiana, ha ido alcanzando poco a poco el reconocimiento que sin duda merece, como uno de los nombres mayores no solo de la poesía norteamericana, sino de la universal. Esta muestra se atiene a la primera edición (1890) de su obra, cuyas peculiaridades respeta, dando así una imagen de cómo fue leída en su tiempo esta poesía, que es de las que pueden leerse en cualquier tiempo.
José Cereijo (1957) es autor de cinco libros de poemas y uno de relatos, Apariencias, publicado en esta misma editorial, así como de ediciones de la poesía de Leopoldo Panero (2009) y Javier Lostalé (2014), también aparecidas en Renacimiento.
Miranda Taibo (1981) es traductora licenciada de inglés y alemán por la Universidad Complutense de Madrid. Esta versión de Emily Dickinson es su primer trabajo publicado.
x{0026}lt;P x{0026}lt;B Emily Dickinsonx{0026}lt;/B (Amherst, Massachusetts, 1830-1886) nació en el seno una familia rica y puritana de Nueva Inglaterra. Estudió en la academia de Amherst y en el seminario femenino de Mount Holyoke, cerca de Boston, pero su delicada salud y su rebeldía religiosa la llevaron a abandonar el curso antes de tiempo. Dickinson, que fue una joven activa y llena de vida, se encerró a los treinta años en la casa paterna y ya no salió. No obstante, mantuvo el contacto con los seres queridos a través de sus cartas, tan cuidadosamente elaboradas como sus poemas. Poco después de su encierro, habiéndose reafirmado en su vocación poética, escribió al periodista y crítico Thomas Higginson para saber si sus versos estaban vivos . Pero el genio poético de Dickinson estaba muy por encima de las capacidades de su pobre preceptor , quien le aconsejó no publicar. Las primeras selecciones de sus poemas fueron editadas póstumamente. Paradójicamente, estas corrieron a cargo del arrepentido Higginson y de la escritora Mabel Loomis Todd. Sus poemas gozaron de un inmediato reconocimiento popular. La crítica tardaría todavía muchos años en concederle el lugar que merece en la historia de la poesía universal.x{0026}lt;/P
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