Aeloysius
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El móvil cautivole. Los esfínteres pistonearon ansiosamente el bálano brillante del trepador que, perplejo, sentíase succionado hacia el oscuro laberinto interno. Aeloysius piensa en sí mismo a través de ese doble anemónico que descubre el tapón de sus vasos y cree que tras él borbotea la esencia comunicante de otro ser. Lo ensarta. Junto al ...
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